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TRIBU GBAYA (CAZADORES DE MIEL)

J.J.D.R.
Abriéndose paso entre las acacias de la sabana, pisando con sus pies descalzos los mil senderos que atraviesan la meseta de Adamawa en Camerún, los miembros de la tribu Gbaya yaayuwee buscan, con el sentimiento ansioso y el temor que alberga en el guerrero, la dorada cuna de una presa tan codiciada como necesaria para el sustento de su pueblo, los dulces y sabrosos panales melíferos de las peligrosas abejas africanas.

ADAMAWA
Durante tres meses al año los Gbaya dejan sus quehaceres cotidianos y se pierden entre la espesura de los bosques cameruneses con un único objetivo, regresar con la mayor cantidad posible de miel para su pueblo.
Muchas son las tribus en el mundo que utilizando diferentes artimañas, algunas no exentas de verdadero riesgo, – un buen ejemplo son los cazadores de miel del Himalaya-, y que han logrado perfeccionar durante siglos las herramientas y el método adecuado para garantizarse una buena cosecha de miel minimizando las consecuencias producidas de un enfrentamiento directo contra una enfurecida colmena de abejas.

Foto de Erik Tourneret

La tribu Gbaya
es un buen ejemplo de mimético desarrollo de observación y adaptabilidadsu medio de vida. Dependientes de las fuentes alimenticias que la naturaleza les podía ofrecer, las antiguas generaciones de la tribu hubo de emplear todo su ingenio en desarrollar técnicas de captura eficaces con los medios naturales de los que disponía en su entorno. La miel, como elemento nutricional, era esencial para la dieta de la tribu y de ahí surgió la necesidad de enfrentarse con un terrible enemigo nada dispuesto a dejarse robar su preciado tesoro dorado y dulce.
Para tan arriesgada misión los miembros de la tribu Gbaya inventaron una metodología eficaz y nada invasiva que, desde tiempo inmemorial y hasta nuestros días, les sirve para ganar anualmente la batalla contra las abejas africanas en un ritual conocido como ngour-ngour (ir a la batalla).
Utilizando fibras de madera, cuya sabia es un eficaz repelente contra las abejas, y hojas de palma y paja, los hombres fabrican unos curiosos trajes con los que se visten para su misión. La curiosa y rudimentaria vestimenta, protege casi todo el cuerpo del cazador, dejando tan sólo las manos y los pies al descubierto.

Foto www.elbauldejosete.wordpress.com
Vestidos de tal guisa trepan a los árboles utilizando unas enormes escaleras de fabricación propia para alcanzar las colmenas, en ocasiones ascendiendo hasta alturas superiores a los treinta metros.
Cuando están frente a la colmena, colocan en el interior del panal un brebaje compuesto de plantas adormideras cuyo poder narcótico deja a las abejas atontadas. La eficacia del brebaje consiste en saber aplicar la medida justa, ya que una cantidad muy elevada acabaría con toda la colonia y con ello la producción del año siguiente se vería afectada. Una vez que han colocado el brebaje en el corazón de la colmena, dispones de unos veinte minutos para actuar.

Foto de Erik Tourneret
Con la ayuda de cuerdas, las cestas construidas con hojas de rafia, bajan de los árboles cargadas de rica miel. Una vez que el trabajo ha terminado y los hombres Gbaya están en el suelo, llega la hora de contabilizar las picaduras y ponerles remedio inmediato. Para este menester, utilizan la misma sabia repelente de la cual están compuestos los trajes y con ello logran aliviar las múltiples y sangrientas heridas producidas por las picaduras.
El motivo por el que los Gbaya no utilicen humo para atontar a las abejas, se debe al temor que, durante mucho tiempo, les producía el hecho de que el humo delatara la ubicación del pueblo frente a posibles tribus beligerantes.

Foto de Erik Tourneret
En África, como en cualquier lugar del mundo donde hombre y naturaleza no hayan roto su vínculo de fraternal convivencia, la cooperación entre fauna salvaje y ser humano suele ser tan interesada como altamente productiva.
Para los miembros de la tribu Gbaya éste elemento esencial para su provecho lo constituye un pequeño ave conocido como “indicador” pariente de los pájaros carpinteros y amante de la cera. Los hombres Gbaya siguen el vuelo regular del pequeño ave. Una vez que el pájaro ha localizado una colmena comienza a zigzaguear en el aire dirigiendo su vuelo en picado sobre ella y emitiendo sonidos estridentes hasta que alerta a los cazadores. Una vez que éstos se asientan bajo la colmena seleccionada, el ave se posa tranquila en alguna rama cercana a la espera de que retiren la miel y le dejen la cera.

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Con métodos tan rudimentarios, pero tan altamente eficaces, los Gbaya siguen hoy día exponiéndose a los múltiples riesgos derivados de tan arriesgada caza salvaje, extrayendo con sus propias manos el oro melífero en su ritual del ngour-ngour a través de la meseta de Adamawa.

Foto www.allposters.es
Continúan ascendiendo a las copas de los árboles de la sabana africana ataviados con un traje confeccionado con la sabiduría de quién posee la facultad de observar su entorno, y después es capaz de aplica su saber y experiencia para llegar a un fin común, poder saciarse en las fuentes alimenticias que les ofrece la madre naturaleza.

Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero













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