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J.J.D.R.
Abriéndose paso entre
las acacias de la sabana, pisando con sus pies descalzos los mil senderos que
atraviesan la meseta de Adamawa en Camerún, los miembros de la tribu Gbaya yaayuwee
buscan, con el sentimiento ansioso y el temor que alberga en el guerrero, la
dorada cuna de una presa tan codiciada como necesaria para el sustento de su
pueblo, los dulces y sabrosos panales melíferos de las peligrosas abejas
africanas.
ADAMAWA |
Durante tres meses al
año los Gbaya dejan sus quehaceres cotidianos y se pierden entre la espesura de
los bosques cameruneses con un único objetivo, regresar con la mayor cantidad
posible de miel para su pueblo.
Muchas son las tribus
en el mundo que utilizando diferentes artimañas, algunas no exentas de
verdadero riesgo, – un buen ejemplo son los cazadores de miel del Himalaya-, y
que han logrado perfeccionar durante siglos las herramientas y el método
adecuado para garantizarse una buena cosecha de miel minimizando las
consecuencias producidas de un enfrentamiento directo contra una enfurecida
colmena de abejas.
Para tan arriesgada
misión los miembros de la
tribu Gbaya inventaron una metodología eficaz y nada invasiva
que, desde tiempo inmemorial y hasta nuestros días, les sirve para ganar
anualmente la batalla contra las abejas africanas en un ritual conocido como
ngour-ngour (ir a la batalla).
Utilizando fibras de
madera, cuya sabia es un eficaz repelente contra las abejas, y hojas de palma y
paja, los hombres fabrican unos curiosos trajes con los que se visten para su
misión. La curiosa y rudimentaria vestimenta, protege casi todo el cuerpo del
cazador, dejando tan sólo las manos y los pies al descubierto.
Foto www.elbauldejosete.wordpress.com |
Vestidos de tal guisa
trepan a los árboles utilizando unas enormes escaleras de fabricación propia
para alcanzar las colmenas, en ocasiones ascendiendo hasta alturas superiores a
los treinta metros.
Cuando están frente a
la colmena, colocan en el interior del panal un brebaje compuesto de plantas
adormideras cuyo poder narcótico deja a las abejas atontadas. La eficacia del
brebaje consiste en saber aplicar la medida justa, ya que una cantidad muy
elevada acabaría con toda la colonia y con ello la producción del año siguiente
se vería afectada. Una vez que han colocado el brebaje en el corazón de la
colmena, dispones de unos veinte minutos para actuar.
Foto de Erik Tourneret |
Con la ayuda de
cuerdas, las cestas construidas con hojas de rafia, bajan de los árboles
cargadas de rica miel. Una vez que el trabajo ha terminado y los hombres Gbaya
están en el suelo, llega la hora de contabilizar las picaduras y ponerles
remedio inmediato. Para este menester, utilizan la misma sabia repelente de la
cual están compuestos los trajes y con ello logran aliviar las múltiples y
sangrientas heridas producidas por las picaduras.
El motivo por el que
los Gbaya no utilicen humo para atontar a las abejas, se debe al temor que,
durante mucho tiempo, les producía el hecho de que el humo delatara la
ubicación del pueblo frente a posibles tribus beligerantes.
Foto de Erik Tourneret |
En África, como en cualquier
lugar del mundo donde hombre y naturaleza no hayan roto su vínculo de fraternal
convivencia, la cooperación entre fauna salvaje y ser humano suele ser tan
interesada como altamente productiva.
Para los miembros de la tribu Gbaya éste elemento
esencial para su provecho lo constituye un pequeño ave conocido como “indicador”
pariente de los pájaros carpinteros y amante de la cera. Los hombres Gbaya
siguen el vuelo regular del pequeño ave. Una vez que el pájaro ha localizado
una colmena comienza a zigzaguear en el aire dirigiendo su vuelo en picado
sobre ella y emitiendo sonidos estridentes hasta que alerta a los cazadores. Una
vez que éstos se asientan bajo la colmena seleccionada, el ave se posa
tranquila en alguna rama cercana a la espera de que retiren la miel y le dejen
la cera.
Foto www.elbauldejosete.wordpress.com |
Con métodos tan
rudimentarios, pero tan altamente eficaces, los Gbaya siguen hoy día
exponiéndose a los múltiples riesgos derivados de tan arriesgada caza salvaje,
extrayendo con sus propias manos el oro melífero en su ritual del ngour-ngour a
través de la meseta de Adamawa.
Foto www.allposters.es |
Continúan ascendiendo
a las copas de los árboles de la sabana africana ataviados con un traje
confeccionado con la sabiduría de quién posee la facultad de observar su
entorno, y después es capaz de aplica su saber y experiencia para llegar a un
fin común, poder saciarse en las fuentes alimenticias que les ofrece la madre
naturaleza.
Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero
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