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J.J.D.R.
La isla recibe los
últimos rayos de un sol que acaricia el horizonte en su rápido descenso. Desde
lo alto del volcán Manga Terevaka, la magnitud del océano en el litoral
pascuense desvela la soledad de un lugar alejado de todo. La luna aparece reflejando
furtivamente su circunferencia sobre la laguna del cráter Rano Aroi, mientras
su luz blanca y eterna, perfila el contorno de figuras extrañas que rodean el
cráter y aparecen esparcidas por toda la isla.
Los singulares
monolitos pétreos miran al cielo con sus grandes ojos vacíos escudriñando el firmamento en busca de alguna
antigua respuesta o señal definitiva que les devuelva su arcaico y perdido
esplendor de épocas pasadas.
ISLA DE PASCUA, MOAIS |
Los moáis de Rapanui,
alzados sobre sus pedestales, ejercen de centinelas de la ínsula más alejada
del mundo, y son los insignes portadores de la única verdad sobre el gran
misterio que encierra la isla de Pascua.
Perdida en medio del
océano Pacífico, a 4.100 km
de Haití y 3.700 de la costa chilena, isla de Pascua es el lugar más recóndito
del planeta. Por ello el nombre nativo que recibe la isla es “Te pito o Te
henua” que significa “Ombligo del mundo”.
Foto www.senderosnativos.com |
Isla de Pascua o
Rapanui, así llamada por los pascuenses, pertenece a la región de Valparaíso (Chile)
desde 1888. Desde el año 2007 formar parte de un territorio que goza de un
estatuto especial, y en 1995 la UNESCO la incluyó en la lista de lugares
patrimonio de la humanidad.
Fue el navegante holandés
Jacob Roggeveen quien tras iniciar su viaje en Texel -la mayor isla de la Frisias-
y después de recorrer el litoral chileno, descubriría la isla para los europeos
el domingo 5 de abril de 1722, día de pascua.
Posteriormente
llegaría a la isla en 1770 el navegante español Felipe González de Ahedo, cuya
expedición realizó el primer mapa cartográfico de la isla, y más tarde llegaría
James Cook en 1774 y Jean- Francois de la Pérousse en 1786.
Tras el arribo en el
litoral pascuense de los europeos la isla pasó a formar parte de las rutas
establecidas entre Oceanía y Sudamérica convirtiéndose en lugar de paso para
los navíos oceánicos.
Foto www.miatletic.com |
La tuberculosis y la
viruela transmitida por los extranjeros diezmaron rápidamente la población
nativa. Las enfermedades mataban sin contemplación y el negocio de la
esclavitud contribuyó enormemente al declive de las etnias locales que, a su
vez, mantenían conflictos por la hegemonía sacerdotal. En este periodo convulso
fueron derribados los centros ceremoniales. La clase sacerdotal también fue
derrocada perdiéndose con ello las claves para descifrar su antigua escritura
“Rongo Rongo” que, hoy día, sigue sin ser comprensible.
Se estima que cerca
de 10.000 personas habitaban Rapanui en su época de máximo apogeo. En 1877 sólo
quedaban 110 nativos en la isla.
Las crónicas de los
primeros viajeros que llegaron hasta el litoral pascuense, narraron cómo la
isla estaba repleta de monolitos pétreos de gran tamaño que miraban al cielo. Lo
más distintivo de estas figuras eran sus grandes orejas y el tocado que cubría
sus enormes cabezas. Los nativos les llamaban Moáis y les rendían culto.
Cincuenta años después de la llegada de los europeos apenas quedaba alguna
escultura en pie. Las tribus rivales en conflicto derribaron los moásis de sus
ahus (plataformas) sobre las que se alzaban las canteras donde fueron esculpidos
tumbando con ello el culto a los dioses que tanto sacrificio les había exigido.
El poder social y la
jerarquía de Rapanui se ponían en manos de los más valientes jóvenes de cada
clan social. Diez eran los linajes que en una desenfrenada carrera, competían
por apoderarse del primer huevo depositado por “Manu-tara”, una gaviota que
anida en un pequeño islote frente a Orongo. La recompensa para el primero que
consiguiese el trofeo era la denominación como Tangata-Manu, considerado desde
entonces la reencarnación del dios Make-Make.
El gobierno de la
isla recaía desde entonces en el clan vencedor y seguramente las rivalidades
continuas entre linajes harían de cada sucesión en el poder un periodo de
calvario para los súbditos del nuevo gobierno. Posiblemente estas continuas
rivalidades fueron las causantes del declive social y el arremetimiento contra
cualquier signo sagrado que pudiera recordar a un clan enemigo, cuyos caciques
eran representados posteriormente en un nuevo moái.
De dónde cómo y
cuando llegaron los primeros pobladores a la isla, poco se sabe y muchas son
las teorías e hipótesis barajadas.
Siguiendo el rastro
de las tradiciones orales pascuenses, los primeros habitantes que arribaron a
la isla llegaron tras escapar del hundimiento de una enorme isla o continente
llamado Hiva, actualmente sin identificar.
Los expertos
establecen como fecha de la llegada de los primeros pobladores alrededor del
sIV d.C. Los rasgos físicos esculpidos en la piel pétrea de los moáis no son
representativos de la población polinesia, lo que ha contribuido a especular
con su posible origen sudamericano, concretamente con la cultura Mochica
del norte del Perú. La
influencia Inca en Pascua es apoyada por muchos
investigadores. En 1947 el noruego Thor Heyerdahl realizó una expedición que
partió desde Perú y recorrió 4700 millas hasta alcanzar 101 días después la
isla polinesia de Tuamotu utilizando barcos hechos de troncos de madera de
balsa y guiándose por el impulso del viento y la inercia de la corriente y las mareas.
La expedición llamada Kon tiki, nombre que hace referencia al dios solar inca
Viracocha, llegó a la isla y demostró con éxito que los antiguos moradores del
Tinhuantisuyo pudieron haber realizado este tipo de travesía llegando a las
islas del pacífico polinesio en época antigua.
Expedición Kontiki |
La teoría que
esgrimen los más heterodoxos atribuye un origen polinesio a los primeros
pobladores de Pascua. Los moáis representarían a los caciques locales. Pero en
una cantera se encontraron cerca de 400 moáis aún en fase de tallado. Pensar
que 400 caciques gobernasen en un periodo tan corto de tiempo o en un mismo
momento es complicado de entender y aceptar.
Los moáis aparecen
repartidos por todo el litoral pascuense. Alzados en sus plataformas sagradas
(ahus) todos miran hacía el interior de la isla menos un grupo de siete
esculturas que fueron erigidas mirando hacia el profundo océano.
Sobre este grupo de
vigías del océano, las tradiciones dicen que representan a los siete
exploradores que llegaron por vez primera a la isla.
Se piensa que fueron
tallados y esculpidos por los nativos de la isla entre los siglos XII y XIII, y
eran la representación de sus antepasados que, una vez alzados sobre sus
sagradas plataformas, velarían por el pueblo con su poder divino.
Fueron elaborados
cortando la piedra volcánica con herramientas de basalto y obsidiana. Los
bloques de piedra eran seccionados en las canteras y después semienterrados
para esculpir los detalles del rostro.
Cómo hacían para
levantar y transportar bloques de roca de varias toneladas es uno de los
grandes misterios de Pascua. A los moáis se les colocaba originariamente unos
moños o sombreros de piedra roja (escoria volcánica) llamados “Pukao” que
llegaban a pesar hasta 10 toneladas, y eran colocados sobre la cabeza de la
estatua una vez estaba en pie. Después se cubría las cuencas de los ojos con
placas de coral confiriéndoles un aspecto más expresivo y vivaz.
Sin evidencias de la
utilización de maquinaria para poder alzar tanto peso a varios metros de
altura, los expertos sólo pueden hacer conjeturas sobre tal proceso.
La deforestación en
la isla de Pascua es quizás una evidencia del proceso utilizado para la
construcción de los moáis. La madera de los árboles, hoy prácticamente
inexistentes, pudo ser utilizada para realizar rampas por las que deslizar las
enormes piedras desde las canteras donde eran esculpidas y, probablemente,
confeccionar poleas, trineos o alguna maquinaria aún sin descubrir que les
ayudase en tan fatigoso trabajo.
Hemos de tener en cuenta que los nativos de Rapanui
no contaban con la ayuda de animales de carga, y la ubicación de algunos moáis,
distribuidos en lugares de muy difícil acceso, complica aún más cualquier
explicación plausible.
El monolito de mayor
envergadura es conocido con el nombre de Paro. Es un moái de toba volcánica de
de 11 metros
de altura y 85 toneladas de peso para cuya construcción se estima fueron
utilizados una veintena de hombres durante todo un año. En la actualidad la
escultura se encuentra derribada y seccionada en tres partes.
En una de las
canteras se halló un moái en proceso de construcción de 21 metros que sigue
dormido en su yacimiento terrenal. No hay dos estatuas iguales y repartidas por
toda la isla se pueden observar cerca de 1000. Es de reseñar las facciones de
los moáis con sus grandes orejas, boca descomunal, gran frente y una extensa
planicie como nuca.
La práctica totalidad
de las enormes caras de Pascua fueron esculpidas en las canteras situadas en
las faldas de la ladera del volcán Rano Raraku, donde actualmente se pueden
apreciar monolitos en su fase de confección.
Uno de los lugares
más espectaculares de la isla es Ahu Tongariki, lugar ceremonial en el que 15
enormes moáis vigilan la isla desde su predominante posición.
Desde el año 1956 se
lleva a cavo un continuo proceso de restauración de muchos moáis, pues como ya
hemos visto, fueron derribados y abandonados cuando llegó el periodo decadente
de las etnias nativas en Rapanui.
Hoy día Pascua es una
isla turística a pesar de su distante ubicación. La construcción en los años 70
del aeropuerto Mataveri en la isla, ha permitido elevar los ingresos de los
pascuenses ubicados en su capital Hanga Roa.
La isla de Pascua
emerge del océano marcando con su litoral el ombligo del mundo. De su ancestral
historia poco sabemos. ¿Quiénes fueron los primeros pobladores de Rapanui? ¿Qué
les llevó a erigir los singulares moáis? ¿Cómo lograron transportar tan pesados
monolitos hasta lugares casi inaccesibles de la isla?
Estas y muchas otras
preguntas siguen hoy día sin respuestas. Lo único que nos legaron los antiguos
pascuenses, es la mágica diapositiva de un mundo mítico y arcaico que, si bien
no comprendemos en profundidad, nos fascina por su belleza y la fuerza que
reflejan sus extrañas figuras alzadas sobre el litoral de Rapanui, como pétreos
centinelas del océano, el cielo y los senderos que discurren entre los
apretados riscos de la isla más alejada del mundo.
Aportes y Datos:
Texto de mi anterior Blog (Centinela del Sendero)
Comentarios
Magnifica entrada
ResponderEliminarProbablemente la dispersión de la tuberculosis y la viruela hayan sido las primeras guerras microbiologicas, tal cual ocurrió en Argentina dutante la Campaña del Desierto
Saludos
Otro de los eternos enigmas que nos rodean, y es que es difícil explicar cómo se pudieron levantar esas moles.
ResponderEliminarUn enorme abrazo, Jorge.
Soy asidua de cifras y letras y los reportajes de TV2, una vez vi uno sobre la Isla de Pascua y hablaba de que sus habitantes, quizás polinesios, vivieron en paz durante muchos siglos, pero necesitaban abrir claros en el bosque para sus cosechas y sus casas, además necesitaban mucha leña para trasladar sus dioses y quemar sus muertos, así llegó la deforestación y luego los conflictos, y eso fue mucho antes de que llegaran los europeos. Debería ser una advertencia sobre lo que estamos haciendo en nuestro planeta, los recursos son limitados, la población crece y debemos prevenir antes que lamentar.
ResponderEliminarUn abrazo amigo
Una isla enigmática y con mucha fuerza que sigue teniendo en sus entrañas el misterio de unos guardianes que tal vez un día expliquen sus larga historia.
ResponderEliminarBesos
ejjeje cuando lei lo de Felipe Gonzalez jajaja digo ala ya estaba allí el colega en aquellos tiempos.
ResponderEliminarBueno nos traes hoy uno de los grandes enigmas de la humanidad, y como dices por su forma de mirar al cielo parece como si estuviesen esperando a alguien que llegase a visitarlos. No se la verdad es que es algo muy misterioso.
Buena información amigo
unos abrazotessssssssssssssssssssss
Siempre historias y lugares sorprendentes, todo un enigma, nada se sabe de los que habitaron y colocaron estos colosos. Impresionante. Un abrazo.
ResponderEliminarBuenisimoooo que gran trabajo.
ResponderEliminarBesitos
Hola Jorge, digo como el maestro, que curioso que el nombre de Felipe Gonzalez ya apareciese por esos años (siempre en medio) jeje, que casualidad verdad?, lo que si me parece curioso es que todas las figuras estén mirando para dentro de la isla menos esas siete que lo hacen hacia el Océano, es como los faros que están siempre vigilando por si acaso, y luego lo de trasladarlas y subirlas con lo que eso debe pesar es otro misterio, a mi me recuerda esto a las pirámides, como trasladaron esas piedras tan grandes y que pesan tanto, es algo similar verdad?, pero aun siendo un gran enigma las figuras de la Isla de Pascua no dejan de ser una belleza envueltas en ese misterio.
ResponderEliminarGracias querido amigo por esta información que tan bien nos viene, buena entrada amigo:)
Besos.
Una entrada GENIAL
ResponderEliminarno conocía nada de esto
Gracias por compartir tu magia
Que interesante, Jorge y que belleza de imágenes y buen texto...
ResponderEliminarUn abrazo fuerte
Me suena haber visto algo sobre esta isla antes, no se, a lo mejor soy yo jajajajaja, me encanta la verdad me resulta impresionante y tiene que ser magnifico verlo en directo, hay grandes obras muy poco reconocidas por muchos y por las que no se pagan millonadas para tenerlas en las casas, pero que de igual modo, son hermosísimas, tu haces que lo recordemos. Un besazo.
ResponderEliminarEs uno de mis sueños ir a esa Isla, ¡me fascina¡....gracias por tu gran labor.
ResponderEliminarBeso inmenso
tRamos
Paso a decirte que me tomo un descanso hasta septiembre.
ResponderEliminarPasa un buen verano.