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J.J.D.R
Imagino el aleteo grácil y colorido de
una guacamaya entre las copas de las gigantescas y ancianas ceibas
ecuatoriales. Puedo incluso percibir el eco profundo y nítido de su estridente
canto y cómo la profunda y densa niebla devora el arcoíris de su lomo emplumado
cuando atraviesa el verde corazón del Parque Nacional de Yasuní.
Foto www.revistamundoverde.net |
En la medianía de nuestro mundo, donde
el sol cae perpendicular sobre la tierra y apenas deja constancia de su oscura
sombra, la dichosa naturaleza tuvo el capricho de sembrar los senderos de las
regiones de Orellana y Pastaza (Ecuador) del más hermoso y vasto imperio de
vida del cual se tiene constancia.
A unos 250 kilómetros de la colonial
Quito, bajo el refugio fluvial que ofrece la cuenca del los ríos Napo y Curaray
se extienden los límites del Parque Yasuní, considerado uno de los lugares con
mayor biodiversidad de nuestro planeta Tierra. La enorme extensión del Yasuní,
unas 980.000 hectáreas de puro pulmón vegetal, comprenden además 615.000
hectáreas de territorio Huaorani, ancestral pueblo ecuatoriano que sobrevive
bajo el influjo universal que ejerce la sangre verde que desprende el húmedo y
tropical manto amazónico.
Los Huaorani saben de los quehaceres
del hombre que arrasa y palidece con sus máquinas las raíces de su mundo. Pero
hay otros pueblos que no han sido contactados y parte de sus territorios están
dentro de los límites vírgenes del Yasuní. Dos pueblos indígenas, Tagaeri -del
mismo grupo étnico Huaorani- y Taromenani, voluntariamente decidieron no ser
contactados y huyeron a lo más profundo de la selva. Pero desgraciadamente, ni
en lo más recóndito del profundo alma de
la selva ecuatoriana, son capaces de esconderse de la sombra tenebrosa que
proyectan las máquinas humanas y el hedor asqueroso que desprenden e impregnan
las hojas, manchando la corteza sublime de los árboles, dibujando la matriz del
mal en los senderos que recorren el pécari y el jaguar, moteando de veneno
negro las raíces del bosque y perforando el lecho de los acuíferos y
manantiales que son utilizados por la avifauna del Yasuní así como por los
miembros ocultos e invisibles de estos pueblos amazónicos.
Yasuní es sinónimo de vida. Los
últimos estudios realizados en la región demuestran en cifras como la vida se
abre paso en un infinito de formas animales y vegetales. De esta manera, se han
logrado catalogar unas 150 especies de anfibios, cerca de 43 especies de ranas,
entre las que se encuentran las más bellas y extrañas del planeta cuyos
intensos y variados colores es un claro aviso de su mortífero y tóxico veneno.
De la familia de los reptiles se han contabilizado 122 especies
diferentes. El panteón ornitológico cuenta
en Yasuní con 598 especies distintas de aves y, en cuanto a los mamíferos, se
estima que son unas 204 aunque las que han sido confirmadas son 69. Yasuní es
un gran pulmón terráqueo. Sus nada más y menos que 2113 especies de flora
confirmadas, son las encargadas de tejer el verde pulmón que hace que fluya el
oxígeno que alimenta nuestras vidas.
Foto www.elnorte.ec |
Tres son los ecosistemas vegetales que
conforman el parque. Hasta un setenta por ciento es área de tierra firme no
inundable, sobre la cual crecen árboles cuya altura puede superar los 40
metros. Un nueve por ciento del territorio se inunda ocasionalmente y es
conocido como Vázzera, lugar donde se puede apreciar la Sangre de Drago y la
Palma o la Cruz Caspi.
Foto www.es.fotopedia.com |
El Igapó es el bosque siempre
inundado, que comprende una densa vegetación que crece en agua negras y cuya
especie más característica es el guarango.
Entre sus infinitos senderos, marcados
por la huellas del anegado suelo tropical, nace el chontaduro y se yergue el
ungurahu, el palmito, el pambil o la chambira. Una alfombra de musgo tamiza el
terreno y son los helechos y las lianas las que junto a líquenes y
arrebatadoras trepadoras fabrican la urdimbre perfecta donde las espléndidas
orquídeas ocultan su belleza mágica. Mirando hacia arriba se pueden observar
las heridas abiertas en los troncos del bálsamo, la sublime delicadeza de la
caoba, el sobrio zapote y la artística madera de tagua , sin olvidarnos del
platanillo o la madera de balsa. Gigantes ceibas dan sombra a la chonta, el
laurel y el palmito que crecen en las subcuencas de los ríos Tiputini, Yasuní, Narhiño,
Corocaco y Curacay, todos ellos hijos fluviales del gran río Napo el cual
desembocará finalmente en el majestuoso Amazonas.
Son ríos nacidos en las cordilleras
andinas. Ríos de aguas límpidas. Ríos de aguas frescas y clara, pero también
ríos que se tornan negros y capaces de ocultar grandes peligros.
Foto www.periodismohumano.com |
Las aguas verdosas y oscuras de estos
ríos ocultan la misteriosa vida del delfín rosado y también del gris, así como
la escurridiza nutria gigante o el sedoso y ciego manatí amazónico, especies
estas que se encuentran en grave peligro de extinción.
Yasuní es un gigantesco abanico de
vida. Es un laboratorio natural de especies que nacen y se reproducen
salvajemente. En la espesura de la selva, al amparo de la noche eterna que
dibujan las copas de los árboles, sigilosamente se mueve el diminuto Leoncillo,
pequeño mono que cabe en la palma de una mano y que prefiere la privacidad del
silencio a la vida de coros y parloteo acróbata que llevan sus congéneres los monos
araña.
Foto www.esscribd.com |
A ras de suelo, prestos a lanzar su
temible y certero ataque sobre algún pécari o armadillo desprevenido, jaguares,
pumas, panteras y algún Tigrillo, esperan ocultos para dar su zarpazo final
bajo la atenta mirada de un águila Arpía que lustra sus plumas con su afilado
pico aposentada en la gruesa rama de un vetusto árbol.
Foto www.elcomercio.pe |
Los cielos del oro verde del Yasuní,
son el territorio del águila crestada, el halcón pechinaranja, el elanio
plomizo, los hermoso tucanes o el pavón de salvin, así como la guacamaya, a
quién continúo imaginando con su grácil vuelo sobrevolando las márgenes del río
Yasuní batiendo alas sobre las corrientes ascendentes para dejarse llevar con
suavidad por una leve brisa que acaba con su espigado cuerpo sobre la rama de
una anciana caoba junto al cauce del río. Su enorme ojo, cuya negra raya perfila
su contorno como lo hubiese hecho la mismísima Cleopatra, fija su vista en las
aguas del río. Flotando aparecen negros signos de violencia, negras manchas que
delatan un nuevo crimen, la oscura señal que indica que de nuevo ha vuelto a
ocurrir, que de nuevo, el hombre ha vertido su venenosa ambición sobre el oro
verde ecuatoriano.
El Parque Nacional de Yasuní obtuvo este título el 26 de julio de 1979, siendo Jamil Mahuad –entonces presidente de
la república ecuatoriana- quien declaró la zona de valor intangible con el
objetivo de salvaguardar el territorio de los pueblos no contactados. La UNESCO
en el año 1989 declaró el Parque Reserva de la Biósfera.
Pero hay una gran sombra que planea por
encima del interés de conservación y protección del Yasuní. Es una sombra negra
y profunda, oculta bajo el manto de tierra por el que las miles de especies
animales viven y se reproducen. Un manto de oscuridad que yace en las entrañas
de la tierra y que conocemos como petróleo. Y es que en el Yasuní, se encuentra
una de las reservas más importantes del continente sudamericano, y este hecho
se muestra como una enorme guillotina que se cierne sobre el manto verde
ecuatorial.
Foto www.pachamama.org.ec |
La estimación de la reserva es de
cerca de 846 millones de barriles de petróleo cuya explotación emitirá una
cantidad de 407 millones de toneladas métricas de Co2 por la quema de los
combustibles fósiles, y los ingresos que el gobierno ecuatoriano podría sacar
con su explotación es de unos 7611 millones de dólares. En el año 2007 el
actual presidente ecuatoriano Rafael Correa hizo en la Asamblea General de Las
Naciones Unidas un llamamiento atípico y pionero. Pidió a los países miembros
su ayuda para no tener que extraer el petróleo de la reserva natural. Para
ello, exigía al menos el aporte económico del 50% del beneficio que Ecuador
dejaría de ingresar, y de esta manera la reserva de la biósfera no sería
tocada, en lo que fue llamado reserva ITT.
Foto www.elcomercio.com |
Desde la fecha de aquel llamamiento al
mundo han sido muchos los países que han aportado cantidades de dinero, pero en
ningún caso se ha llegado al mínimo exigido para la preservación de la reserva
natural. La pelota vuelve a estar otra vez en el tejado de la presidencia
ecuatoriana y las últimas noticias no son nada halagüeñas al respecto.
Foto www.corevi.com.mx |
Pero incluso poco después de aquel
histórico llamamiento, compañías petroleras como Repsol YPF y Petrobras explotaban
algunos bloques como el 31 muy al límite de las fronteras con el parque. De
hecho, en el año 2008 se denunció en Orellana por parte de las comunidades
indígenas Huaorani de la zona, el vertido al Yasuní de agentes contaminantes y
las amenazas constantes por parte de las agencias explotadoras amparadas por el
propio ejército ecuatoriano.
De hecho se sabe que los vertidos en
las márgenes del parque y el destrozo y envenenamiento en los acuíferos donde
pescan y beben las comunidades Huaorani se llevan gestando desde tiempo atrás,
pero sus denuncias siempre han sido calladas a base de infundir miedo seguidas
por represalias. Hace muy poco, en el año 2011, de nuevo la ruptura de un
oleoducto enterrado en el km 100 de la vía Repsol dentro del campo Amo en el
bloque 16, a menos de 2 km de la comunidad de Dicaro y escasos 3 km del límite
del parque, produjo un vertido que llegó al Yasuní y afectó de manera trágica a
la comunidad de la zona que tuvo que abandonar sus acuíferos y manantiales al
ver que los peces se morían.
Foto www.amazinartworld.com |
Como podemos ver y entender no
conocemos a las personas por sus palabras sino por sus actos, y en este caso
concreto las palabras de salvaguarda del parque se las llevó el andino viento.
No me sirve la excusa de que Ecuador es un país con muchos recursos pero
también con mucha pobreza y que la economía se vería reflotada con el petróleo
del Yasuní. Pues mi pregunta es ¿A cuántos necesitados ecuatorianos le llegará
algo de los beneficios de ese oro negro? Sinceramente, estoy convencido que
nada de esto cambiará sus vidas, y serán los mismos de siempre los que se
llenarán los bolsillos. Eso sí, en este caso como en otros muchos en otros
lugares del mundo, a cambio se juega con el futuro de las generaciones
venideras que no podrán disfrutar y ni siquiera recordar que un día hubo un
lugar en el mundo llamado Yasuní que se puso en venta, un lugar en la Tierra
que fue visto como moneda de cambio y no como un paraíso natural y reino de
miles de especies salvajes que fueron olvidadas y poco a poco devastadas por la
acción humana.
Un de las reservas más importantes de
fauna y flora del mundo puede estar en serio peligro. Uno de los lugares más
maravillosos del planeta corre el riesgo de ser irremediablemente contaminado,
envenenado y destrozado por la ambición y el egoísmo; y los pueblos que viven
desde siempre entre los verdes bosques del Yasuní y beben de sus ríos y se
abrazan al viento que sopla entre las viejas ceibas, también corren el peligro
de desaparecer.
Foto www.guardian.com.uk |
A veces me pregunto cuánto tiempo
aguantará la Pachamama tanto dolor infringido, tanta herida abierta en su
afable y generoso útero.
Vuelvo a imaginar el vuelo de la
guacamaya sobre las copas de los árboles. Deseo que ascienda rápido y pierda de
vista la sangre negra que lamina los arroyos del río.
Ahora vuela alto y el colorido de su emplumado
lomo se pierde en la espesura de la selva ecuatoriana. Quiero seguir imaginando
qué, en un futuro no muy lejano, los miembros de las etnias invisibles que
viven en el hermoso e intangible Parque Nacional del Yasuní, puedan alzar la
vista y ver pasar por encima de sus cabezas el vuelo eterno de la hermosa
guacamaya.
Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero
Volveré a estar con vosotros en septiembre. Hasta entonces dejo programadas algunas entradas de mi anterior blog Centinela del Sendero que deseo formen parte también de este espacio. Trataré de aprovechar el tiempo para terminar nuevos artículos y disfrutar de la lectura de textos que tengo aparcados.
A todos, os deseo un feliz verano. Nos leemos al regreso de las vacaciones.
Un abrazo.
Comentarios
Hermosos lugares que guardan en su interior parte de la esencia pura de la madre tierra y que muchos se encargan de dinamitar y eliminar.
ResponderEliminarBesos