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J.J.D.R.
En la cordillera
del Cóndor, al norte de Ecuador, los Shuaras, delimitan sus ancestrales
territorios anclados entre el progreso y sus antiguas costumbres indígenas. El
pueblo Shuar, antiguos Jíbaros- nombre que les pusieron los conquistadores españoles,
y término éste que no es de su agrado-, llevan recorriendo las inmediaciones
del río Santiago y las selvas ecuatoriales durante siglos. En su extenso
territorio, inaccesible en muchos tramos, no existe un lugar o camino que, en
algún momento, en el pasado o ahora en la actualidad, haya quedado inadvertido
para sus pies aún descalzos.
MIEMBRO DE LA TRIBU SHUAR Foto www.arteecuador.com |
Un tayo es un ave
de mediano tamaño que vive en las cuevas. Los polluelos del tayo, pueden llegar
a ser más grandes incluso que sus progenitores, debido al volumen de grasa que
acumulan en sus primeros meses de vida. Los Shuaras gustan de cazar éstos
pájaros. Tras freírlos, usan el aceite que libera el cuerpo del ave para
cocinar e, incluso, componer medicamentos. La selva ha regalado a los Shuaras
todo lo necesario para subsistir en región tan difícil e inhóspita.
De la vida de los
nativos, supo en gran medida el Padre salesiano Carlo Crespi que, en su
incursión en el oriente ecuatoriano, durante décadas, convivió con los
aguerridos indígenas ganándose su afecto y respeto.
MAPA DE LA REGIÓN |
El padre Carlo
Crespi Groci (1891-1982) nació en Milán, y llegó a Ecuador en el año 1927,
estableciéndose como párroco en la iglesia de María Auxiliadora en la localidad
andina de Cuenca. Durante mucho tiempo, el párroco recibió de manos de los
nativos Shuaras asentados en la región de Morona Santiago, innumerables objetos
valiosos, los cuales eran hallados por los nativos en lugares recónditos y
escondidos de la selva.
Como es lógico suponer, el padre Crespi comenzó a indagar
sobre la naturaleza de aquellas piezas extrañas y antiguas que, en muchos
casos, eran de oro y su valor, indudablemente, era muy elevado.
Al cabo de un
tiempo consiguió el padre Crespi que los nativos le revelasen el lugar donde se
encontraban tan misteriosas piezas arqueológicas. Sobre una elevación del
terreno, a unos ochocientos metros y bajo un tupido manto de espesa vegetación,
le señalaron una estrecha cavidad que se abría paso en la roca de una loma. Sin
duda se trataba de una cueva de grandes dimensiones. Crespi quedó maravillado
y, aún más, al escuchar las experiencias que contaban los nativos sobre la
profundidad y magnitud de aquella cueva llamada por los Shuar “Cueva de los
Tayos”.
CUEVA DE LOS TAYOS Foto www.arteecuador.com |
La profundidad de
la cueva es de sesenta metros, siendo indispensable para su acceso, deslizarse
por mediación de cuerdas. La longitud de la misma no se conoce. Tan sólo los
tayos, que utilizan en la negra oscuridad de la caverna su sistema de
ecolocalización, a modo de radar, igual que hacen los delfines y murciélagos,
saben dónde acaba este mundo subterráneo. Incluso debido a tan magna oscuridad,
la luz de focos y lámparas muere enseguida entre las rocas del subsuelo de la
cueva.
Carlo Crespi
recibió de los Shuaras una cantidad de material sumamente alta. Entre las
figuras y objetos que le entregaron, destacaban varias planchas supuestamente
de oro, en la que aparecían grabados extraños y signos de un lenguaje
incomprensible.
Con el beneplácito
de los nativos, Crespi se llevó el material a su iglesia en Cuenca, y en el año
1962, pidió permiso al vaticano para abrir un museo donde exponer las extrañas
piezas. En 1962, tan sólo dos años después, un incendio destruyó parte del
museo y despareció gran parte de los objetos.
Foto es.wikipedia.org |
Para Carlo Crespi, el significado de los grabados de las
planchas encontradas en la Cueva de los Tayos, no era otro que la historia de
una civilización tiempo atrás desaparecida, antidiluviana, que había dejado
constancia en las citadas planchas de su ancestral civilización.
Leyendas antiguas
ya hablan de civilizaciones intraterrestres en diversos puntos de Sudamérica y
también de Norteamérica. Incluso Crespi y otros acérrimos defensores de ésta
hipótesis, creían que dichas civilizaciones podían ser en todos los casos una
misma, cuyo mundo subterráneo estuviese horadado en las entrañas de una tierra
hueca.
PADRE CRESPI |
Las ideas de Crespi
fueron secundadas y ampliadas por el espeleólogo aficionado y estudioso de
leyendas tribales Juan Moricz. Este húngaro nacionalizado argentino, llevaba
tiempo tras la pista del paradero de diferentes cuevas, tanto en Argentina,
Bolivia como en Perú. Hombre peculiar y de finalidad incierta, Moricz llega a
Ecuador enterado del descubrimiento del párroco italiano. Inmediatamente
entablan una estrecha relación con Crespi, y el párroco detalla a Moricz su
experiencia con los Shuar, la entrada a la cueva y, cómo no, le muestra los
objetos que le han sido entregados por los nativos, y dice saber de la
existencia de una enorme biblioteca en la que estaría escrita la historia de la
humanidad en los últimos 250.000 años.
Moricz queda
impresionado al instante. Rápidamente convence al párroco para que la noticia
del descubrimiento se anuncie a bombo y platillo.
OBJETO OBTENIDOS EN LA CUEVA |
Inmediatamente
viaja a Guayaquil para firmar acta notarial del descubrimiento el 21 de julio
de 1969, y cuyo texto cita de la siguiente manera:
“He descubierto
valiosos objetos de gran valor cultural e histórico para la humanidad.
Los objetos
consisten especialmente en láminas metálicas que contienen probablemente el
resumen de la historia de una civilización extinguida, de la cual no tenemos
hasta la fecha el menor indicio”.
JUAN MORICZ Foto www.tayoscave.wordpress.com |
Pronto se proclamó
autor del descubrimiento. Y comenzó a dar entrevistas y salir en medios de
comunicación divulgando sus ideas sobre la autoría de los grabados en las
planchas metálicas.
En 1974 el famoso
Erick Von Däniken, se puso en contacto con Moricz. Quería que le diese la
oportunidad de fotografiar los objetos hallados y, por otra parte, conseguir de
primera mano el argumento que buscaba para ser incluido en su obra “El oro de
los Dioses”. Moricz accedió y, posteriormente, la obra de Däniken, muy
controvertida, fue traducida a 25 idiomas y logró vender más de cinco millones
de copias.
Foto www.forosperu.net |
Debido a la
difusión del descubrimiento, Stanley Hall, ingeniero escocés, contacta con
Moricz con la intención de llevar a cavo una expedición a la cueva. Las condiciones
que pone Moricz son inalterables. Él, tiene que ser el jefe de la expedición, y
no permitirá que se saque nada de la cueva de los tayos. Stanley no acepta las
condiciones expuestas por Moricz, como veremos a continuación, tenía otros
planes para los objetos que hallase. Se puso en contacto con el gobierno
Británico y logró la financiación para su expedición a la cueva. En julio de 1976,
conjuntamente con el gobierno ecuatoriano, los británicos instalaron su
campamento de operaciones a las faldas de la cueva. La expedición
estaba formada por más de un centenar de soldados a parte del grupo científico,
y una cantidad ingente de material técnico. Incluso, en Escocia, se llegó a
decir que más parecía una campaña militar que una expedición científica. Día y
noche hacían incursiones dentro de la cavidad, haciendo todo tipo de pruebas
sobre el terreno, de tipo biológicas como geológicas. Llamó muchísimo la
atención en ésta expedición que Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la
luna, fuese uno de los miembros del equipo. Después de 35 días de intensas
exploraciones, el grupo multidisciplinar científico dio por terminada la
investigación en la cueva.
Las conclusiones a las que llegaron dejaron helados a los que
esperaban una noticia de gran relevancia internacional. Según hicieron publico,
la cueva carecía de signos artificiales, lo que negaba la existencia de rastros
de civilización alguna.
Lo curioso es que
obviaron tajantemente signos inequívocos de la existencia de restos no
naturales en las inmediaciones de la cueva, así como gigantescos bloques de
piedra en una de las salas de la caverna, que están perfectamente trabajados y
alineados simétricamente.
CAPITÁN LUIS HERNÁNDEZ JUNTO A NEIL ARSTRONG 1995 |
Posteriormente los
Shuar dijeron que vieron como sacaban de la cueva varias cajas cerradas con
material, que en ningún momento les dejaron ver. Los nativos se sintieron
engañados, y no escondieron su malestar con lo que entendían un robo en toda
regla.
A Neil Arstrong,
que estuvo tres días dentro de la cueva, los medios de comunicación preguntaron
sobre su experiencia, y contestó tajante:
“Ha superado con
creces mi experiencia en la luna”
Sobre el paradero
actual de las tablas metálicas y los objetos que los nativos cedieron al padre
Crespi, poco o nada se sabe. Después del fallecimiento del párroco, se cree
fueron esquilmados e incluso vendidos a extranjeros.
Foto www.idematicacion.ws |
Posteriormente, el
espeleólogo argentino Julio Goyén Aguado, que participó en la expedición
conjunta de Ecuador y el Reino Unido, ofreció una visión muy distinta a la
oficial sobre los verdaderos motivos de la expedición. Estaba
convencido de que la financiación de la expedición fue llevada a cabo por la
iglesia mormona, que vieron en las tablas encontradas en la cueva, aquellas que
recibió el profeta Joseph Smith de manos del ángel Moroni. En éste punto, es
importante recalcar la similitud entre el nombre de Moroni y la región donde se
encuentra la cueva de los tayos… Morona Santiago. Aguado estaba convencido de
que Stanley Hall pertenecía al servicio secreto británico, y que detrás de las
tablas metálicas estaban grupos secretos masones, a los que pertenecería Neil
Arstrong.
De la verdad de la
existencia de dicha biblioteca metálica poco o nada se sabe. El silencio se
cierne sobre la cueva y sus tesoros. Con la muerte del padre Crespi, nos
quedamos sin la posibilidad de indagar sobre el paradero de las tablillas
doradas.
Foto www.cronicasubterranea.blogspot.com |
Creo interesante
resaltar un estudio sobre las tablas llevado a cavo por el filólogo Hindú
Dileep Kuman, y que fue publicado en 1976 por la revista Americana Ascient
Skies. En dicho estudio, el investigador identificó los símbolos de las
planchas metálicas con ideogramas de la escritura Brahmi
del periodo Asokun de la
historia India , datados en 2300 años de antigüedad.
Posteriormente en
el año 1980, el profesor de biología de la Universidad de Harvard Barry Fell,
identificó en las tablillas metálicas 12 signos del zodiaco.
Hoy día, se sigue
hablando de un mundo subterráneo el cual comunica todo el continente americano.
Se dice que en las profundidades de la tierra hueca, habitó una civilización
desconocida, que dejó escrito sobre tablas doradas todo su mundo y toda su
historia.
Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero
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Comentarios
Cuánto nos falta aún por conocer sobre nuestro pasado!
ResponderEliminarMuy interesante articulo.
un abrazo.
QUE BUENO!!!
ResponderEliminarPARECE DE UN CUENTO.
ME ENCANTA.
SALUDITOS