JARDÍN SUBTERRÁNEO DE FORESTIERE

J.J.D.R.

Baldasare Forestiere llegó a Estados Unidos en el año 1901 llevando consigo un cargamento de sueños en su humilde maleta y los acordes de un futuro cargado de prosperidad como única melodía en su cabeza. Apenas tenía 22 años de edad y Norteamérica le brindaba la oportunidad de labrarse un futuro que vislumbro esquivo y desconcertante en su natal Sicilia.

LLEGADA DE INMIGRANTES A SICILIA

Los primeros años tras su llegada a tierras americanas no fueron para nada fáciles. Se empleó como obrero en la construcción de los túneles del metro de Boston y Nueva York como excavador, trabajo que requería una fortaleza física envidiable y un tesón aún mayor.

OBREROS EN LA CONSTRUCCIÓN DEL METRO DE NUEVA YORK Foto www.elpespectador.com

Pero Baldasare estaba empecinado en tratar de mejorar su estatus social y alcanzar las metas soñadas, aquellas que le habían impulsado a emigrar de su tierra. Guiado de su espíritu emprendedor, tras ahorrar todo lo que pudo, consiguió la cantidad necesaria para comprar 28 hectáreas de tierra en California, al noroeste de Fresno, a un precio que a todas luces le pareció una auténtica ganga. Su objetivo era claro, plantar cultivos de cítricos para su exportación.

BALDASARE FORESTIERE Foto www.into-gardens.com

Posiblemente su desconocimiento del negocio le llevó a adquirir unas tierras que resultaron ser impropias para el cultivo, pues a menos de un metro de la superficie, el terreno apareció cubierto por una dura capa de roca que hacía imposible que allí creciera nada pese a sus vanos intentos. Resignado a perder todo lo invertido, machacado por un sol que se muestra inmisericorde, decide construirse una casa bajo tierra que le resguarde del áspero clima y le dé cobijo. 

Se enfrasca entonces en una ardua tarea sin descanso en las que excava varias estancias, las cuales habilita con bañeras en las paredes, salón con chimenea, cocina, y hasta un patio grande con un estanque en el cual nadan pequeños peces. Bajo tierra la temperatura es fresca y suave en verano y fácil de calentar en invierno. Mientras construye su vivienda, se percata de que, a medida que es mayor el desnivel del suelo, la tierra cambia y la roca baldía que se mostraba como una implacable pared desaparecía varios metros más abajo. 

Aún dolido por su fracaso, pero llevado de la mano de su perspicacia y tesón, plantó un pequeño árbol a modo de experimento en una pequeña galería excavada para tal propósito. Pasado un tiempo, descubrió que el árbol crecía sano, y que incluso la temperatura y el resguardo que le proporcionaba el aislamiento subterráneo hacía que creciera de forma rápida y sana.

Foto www.tripadvisor.com

Sin planos de ningún tipo, guiándose por pura intuición y el poder que ejerce la ilusión por conseguir un sueño, de manera totalmente autodidacta y utilizando herramientas rudimentarias, Baldasare se empleó a fondo en cavar hasta tres niveles de galerías y más de cien salas, todas ellas provistas de drenajes de agua y techos abovedados que regaban de luz las estancias y permitían que sus nuevos cultivos crecieran con la humedad y la temperatura idóneas para su crecimiento. 

Foto www.eturismoviajes.com

Desde que comenzó en 1906 hasta 1946, durante cuarenta largos años, Baldasare no dejó ni un sólo día de sacar cubos llenos de tierra y roca que transportaba en carros tirado por mulas y para los cuales también hubo de diseñar sus propios pasadizos de acceso y recorrido.

historicfresno.org

Parece increíble cómo el bueno de Baldasare logró transformar la llana superficie de la tierra en un mundo repleto de vida. Construyó un conjunto de sofisticados canales de ventilación que nutría las galerías de aire fresco y limpio en todo momento. Grandes estancias circulares a modo de patios conformaban el epicentro de toda su actividad. En ellas estaban los árboles frutales, materia prima de su negocio, y para poder recoger la fruta de manera regular y sin dificultad, creó alrededor de estos patios pasadizos que ascendían hasta la superficie ocho metros más arriba.

En poco tiempo, las galerías adecuadamente drenadas y resguardadas de las altas temperaturas, lograron crear un microclima perfectamente apto para el cultivo acelerado de cítricos. Sus árboles frutales, bajo los que proyectaba un control exhaustivo, florecían de manera escalonada aproximadamente en dos semanas. Aquel mundo subterráneo que tan cruel se había mostrado con él, se llenó de luz y de color, donde el agua y una fresca y suave brisa empañaban los gruesos muros de piedra. Por doquier crecían limoneros, pomelos, almendros, naranjos, granados, siete clases de vides - hoy día se conservan algunas de ellas con cerca de 90 años- y bayas exóticas como el azufaifo, el níspero o el Kumquat o naranjo enano y multitud de plantas hermosas que impregnaban de perfumes de todo el mundo aquel hueco horadado en medio de la infértil tierra superficial californiana.

Baldasare Forestiere murió sin descendencia y podría decirse que trabajando sin descanso. Su legado pasó a un sobrino Eric Forestiere, siendo su hija quien dirige la fundación que explota junto con la sociedad Forestiere Historical Center el maravilloso complejo creado por Baldasare y que está inscrito como lugar histórico en el registro nacional.

Foto www.tripadvisor.com

Los sueños son formas efímeras de alimentar nuestros anhelos más íntimos. Soñar es fácil, además de gratis, pero hay sueños que terminan convirtiéndose en una segunda piel en ciertas personas y, que bien por necesidad o por puro capricho, terminan dejando de ser una mera quimera para convertirse en bellas realidades… duras pero hermosas realidades; hasta que un buen día, la inocente piel con la que maduramos se cae por sí sola, apareciendo inmaculadamente viva aquella que se viste como un sueño limpio y transparente y que está facultada para edificar oníricos universos en vida.

Aportes y Datos:

Web jardín subterráneo

http://www.undergroundgardens.com/

Wikipedia

http://en.wikipedia.org/wiki/Forestiere_Underground_Gardens