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FESTIVAL GEREWOL

J.J.D.R.
Ajenos a fronteras humanas que pretenden subyugar la libertad de la tierra, unidos al sol por milenios de abrasadoras andanzas y únicamente guiados por el viento que brama antes de morir en brazos de las dunas; a lomo de camello y en largas hileras de fugaces sombras chinescas, los Bororo, emergen tras las eternas arenas del desierto como una gran alucinación en un mundo de silencio y fuego abrasador.

FESTIVAL GEREWOL DE LA TRIBU BOROBO Foto www.humanplanet.com
Nómadas viajeros, milenarios trashumantes del desierto más implacable del panteón de arenas de la tierra, el pueblo Bororo pastorea sus rebaños en busca de los altos y frescos pastos de la región de in Gall, donde las diferentes familias de su pueblo, se unirán y enlazarán para festejar que, un año más, la vida les une y lo que fue del pasado, su presente, y lo que habrá de venir en el inmediato futuro, servirá para unir y entrelazar vínculos afectivos que perdurarán en el tiempo.

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Los Bororo o Wodaabe son un pueblo cuya raíz étnica desciende del gran pueblo de pastores del Sahel, los Fulani, cuyo origen se desconoce, siendo, con más de seis millones de individuos, el pueblo nómada más grande del mundo.
Es septiembre y las caravanas de camellos con su parsimonioso ritmo llegan al improvisado campamento. En cuestión de días, el improvisado campamento se convierte en una pequeña ciudad llena de jaimas de brillantes colores, pequeños rebaños de cabras y bueyes y un sin fin de hogueras alrededor de las cuales cientos de hombres ríen y conversan animosamente.
Estos pastores trashumantes del desierto han llegado desde las tierras de Níger, los hay que desde el norte de Nigeria, algunos otros han migrado desde el noroeste de Camerún e incluso desde las lejanas tierras del oeste de la república Centroafricana.


Llegado septiembre, finalizada la estación de lluvias, el pueblo Bororo al completo y en plena harmonía, se unen para cantar, beber, llorar a los difuntos, brindar por los futuros miembros, o por aquellos nuevos integrantes que vinieron al mundo, llevados por el frenesí de las carreras de camellos, mientras celebran la festividad anual conocida como “cura salada” o Worso.


Durante varios días, siguiendo el ritual marcado por una antiquísima tradición, los hombres Bororo dedicarán todos sus esfuerzos en demostrar que son los más bellos, los más esbeltos, y los poseedores de la mejor y más blanca sonrisa, con el único propósito de ser elegido como el hombre más hermoso de la tribu y amante o esposo por las mujeres de la tribu.

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En septiembre y bajo el ardiente sol del Níger, como cada año desde tiempo inmemorial, el festival Gerewol está a punto de comenzar.
Las hermanas de los jóvenes Bororo, se esmeran en lavar y alisar el cabello de los hombres y, mientras tanto, les realizan bellos dibujos en el pelo y les introducen pequeñas bolsitas en el cabello a modo de talismán.

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Cuando el pelo está perfecto, todos los hombres que participan en el festival Gerewol, se afanaran en maquillar sus rostros de color amarillo y sus labios y ojos con kohl negro que hará que resalte el blanco de sus ojos y dientes, y se pintan finas líneas que parten desde la frente hasta la barbilla para hacer resaltar aún más la finura de sus rostros. Muchos hombres, deciden afeitarse la cabeza para poder así mostrar la tersura de sus frentes. Mientras se maquillan y peinan, ensayan todo tipo de muecas peculiares muecas que servirán para atraer la atención de las mujeres.
La sesión de maquillaje puede durar horas, las cuales amenizan tomando cierto brebaje hecho de hiervas y leche que, según cuentan, actúa como un eficaz elixir atrayente de mujeres.


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Cuando los participantes están listos, son guiados por un maestro de ceremonias que suele ser un miembro anciano de la tribu, el cual marcará las pautas del festival.
Es entonces cuando los jóvenes comienzan una danza de bienvenida (Rummi) y, poco después, continúan danzando para reclamar la atención de todos los linajes presentes en la conocida como danza (Yakee).
Entre danzas singulares cargadas de enorme simbolismo, carreras frenéticas de camellos y suculentos banquetes donde no se cesa de beber y comer, el campamento de los Bororo se convierte en un auténtico frenesí de formas y colores amenizados con la rítmica puesta en escena de las danzas tradicionales.


En el trascurso de la danza Yakee, los hombres ancianos de la tribu, pasean por entre la columna de participantes instigándoles con burlas para que estos muestren toda su capacidad de seducción. Con sus caras pintadas de amarillo y tocados con plumas de avestruz, sólo los elegidos más bellos pasarán a la definitiva prueba final denominada Gerewol, que bien podría ser la fase final de un concurso de belleza.
Los participantes en la danza Gerewol, unidos hombro con hombro en una larga columna frontal, agitan sus cuerpos en una lenta y rítmica danza que puede durar varias horas, a la vez que emiten un peculiar y característico chasquido con los dientes y giran sus ojos de manera frenética.  Cubren sus cabezas con el tocado ceremonial adornado con pelos de caballo y visten túnicas ceñidas de vivos colores que marcan sus gráciles siluetas cuyos pectorales aparecen adornados con  hermosos collares. Frente a ellos, sin dejar de seguir ni un solo segundo las muecas y gestos que hacen los hombres, un jurado compuesto por mujeres de la tribu, observan cada movimiento buscando en su danza  aquel que posea el “togu “en su gesticulación facial, palabra que sirve para describir la sonrisa más bella, los dientes más blancos y, en conjunto, la seducción impregnada en un rostro que las incite a elegirlo como marido.

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Suele ser al atardecer, al precipitarse el sol sobre su morada de arena, cuando las mujeres ejercen su derecho a elegir marido. Llegado el momento, la mujer se acerca al afortunado danzante y, tras tocar su pecho suavemente con la palma de la mano, éste deja de danzar y la acompaña a un lugar íntimo donde poder consumar la nueva relación.
Los Bororo pueden tener varias mujeres. De hecho, es muy habitual esta práctica y suele diferenciarse entre el matrimonio convencional y el denominado “teegal” o matrimonios de amor y romance que suele tener su inicio tras la celebración del Gerewol. Así mismo, las mujeres de la tribu pueden cambiar de marido si este no las hace felices, aunque para ello tendrán que dejar a sus hijos.


El festival Gerewol representa un hermoso y atrayente espectáculo cultural de gran colorido y sensual belleza. Los Bororo se consideran a sí mismos como el pueblo más bello del mundo y toda su vida gira en torno a la belleza del cuerpo.
Cuerpos espigados, altos, de manos grandes y suaves, de espaldas tersas y hombros esbeltos, de grandes ojos y dientes blancos y perfectos, de largos y cuidados cabellos y barbillas puntiagudas bajo pómulos redondos, de tersos pectorales y finos brazos, de amplias frentes y cuello largo.  
Sobre las ardientes arenas del Sahel, en el preciso lugar donde se tumbaron los perros a descansar después del interminable viaje, allí donde el viejo zahorí sintió la fuerza del agua para poco después poder paladear su frescor, el campamento de los Bororo comienza a dormitar llegada de la noche.

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Ahora el silencio se apodera del mundo cercano y el campamento de los centinelas del desierto, se sumerge en un profundo sueño, a la espera de que con el nuevo amanecer, regrese una nueva jornada del más antiguo y curioso festival de belleza del mundo.

Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero










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