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TRIBU KOROWAI

J.J.D.R.
En las profundidades de la selva inhóspita del sureste de Papua Nueva Guinea, los Korowai vigilan el terreno desde la altura que les proporcionan sus casas construidas en los árboles. También conocidos como Kolufo, constituyen la única etnia conocida de carácter arborícola.
Los korowai son temibles y temerosos. Temibles por sus costumbres alimenticias, las cuales incluyen en su menú la carne humana, y temerosos de sí mismos, pues huyen de la oscuridad, momento en el que los Khakahua, brujos con forma humana, llegan para matar y comerse a sus congéneres.

VIVIENDAS KOROWAI Foto www.forojovenes.com
Según cálculos aproximados, los individuos pertenecientes a la tribu de los Korowai, rondarían los 4000 individuos. Ajenos al mundo exterior, viven en territorios aislados completamente del resto de humanos y, tan sólo la tribu Kombai, ejerce de vecino incómodo.
Celosos de su intimidad, recelan de los extranjeros, a los cuales no dudan en abatir si se sienten en peligro. Fueron los misioneros en la década de los años 70 los que contactaron por vez primera con los indígenas y supieron de su ferocidad y su gusto por la carne humana. Para los Korowai los hombres de raza blanca son Laleo “fantasmas demonios” y al parecer dejamos de ser hace tiempo apetecible carne en sus cenas familiares. Hoy día, se sabe que algunos grupos aún no han tenido contacto con seres de raza blanca.

Foto www.fr.wikipedia.org
Sus comunidades, repartidas por grandes territorios, no exceden de los 10 a 12 individuos. Son de estatura pequeña, ágiles y fibrosos escaladores, que construyen sus viviendas en las copas de gruesos árboles dónde se sienten protegidos de los animales de la selva y también de sus peores enemigos los Khakahua, brujos con forma humana, hombres de tribus rivales que acechan de noche y matan a sus familiares.

Foto www.taringa.net
La construcción de sus casas, a pesar de la fragilidad que pueda apreciarse, es muy consistente, tanto es así, que ante fuertes monzones y temporales frecuentes en la selva, perduran abrazadas al cuerpo del árbol. Se han encontrado casas a una altura de 35 metros. Usan troncos gruesos como pilares y ramas anudadas por lianas que, al secarse, endurecen los nudos y sujeciones. En el centro de la cabaña tienen un hogar que permanece encendido. Varias cuerdas soterradas sujetan la estructura donde prende el fuego. En caso de que las llamas prendan la cabaña, tiran de la cuerda para dejar caer el fuego a través de un agujero en el suelo de la choza, alejando el peligro al instante.

Foto www.periodistadigital.com
La base de la vivienda no suele superar los 5x8 metros, y las paredes no superan el metro y medio, hechas con tallos de hojas y palmas de árboles. El acceso a las viviendas es mediante lianas, que en las partes más bajas se asemejan a escaleras.
La seguridad preocupa mucho a los Kor0wai. Sus estructuras están diseñadas con múltiples ramblas y utensilios que les avisan ante la llegada de algún intruso.
En las casas de mayor tamaño las mujeres y los niños permanecen en estancias separadas. Los hombres Korowai gustan de reunirse por las noches y entablar largas conversaciones al calor de la hoguera. Estas veladas nocturnas están vedadas a las mujeres, siendo para ellas un auténtico tabú.

Foto www.listas.20minutos.es
Nunca abandonan sus cabañas de noche. Sienten pánico a la oscuridad. En lo alto de sus inalcanzables casas, se sienten protegidos y a salvo del mundo que les rodea.
La piel del cuerpo del jefe tribal está sembrada de marcas infringidas a fuego. Para el líder del grupo, es de suma importancia rendir tributo con tales marcas en su piel, al aspecto que presenta la piel del cocodrilo, animal sagrado para ellos. Les gusta la carne de serpiente y las larvas de insectos.


En ocasiones abaten a lanzazos algún enemigo tribal o cazan sus fantasmas demonios como ellos los llaman. Del sujeto muerto se lo comen todo, asando la carne envuelta en hojas de banano sobre un improvisado horno hecho con piedras calientes. Sólo desechan las uñas, los huesos y el pene del desdichado infortunado.
Los Korowai viven aún en la edad de piedra. Es cierto que, algunas incursiones de extranjeros, han logrado establecer breves contactos con ellos, pero aún permanecen ajenos al progreso y aislados del mundo. La luz eléctrica, el agua corriente, los coches, las carreteras, forman parte de un lenguaje ininteligible para ellos, siendo su mundo la selva, junto a los árboles, sus ritos y sus costumbres y el entorno arcaico y ancestral que les rodea.
La ropa es un absurdo complemento. Su desnudez es la desnudez de sus complejos y lo único que tapan, celosamente, es la intimidad de sus vidas y sus hogares.

Foto www.portalnet.cl
En las selvas inhóspitas e intransitables de Papua Nueva Guinea, el pueblo de los hombre árbol, la tribu de los cazadores de demonios fantasmas, la etnia comedora de carne humana Korowai; pervive a pesar del progreso ocupando el lugar que la historia de su pueblo les dejó como legado, con la única esperanza de que les dejen vivir, de la única manera que conocen y desean conocer, allá en las copas de sus amados árboles.

Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero

Comentarios

  1. La primera foto es una casa duplicada. copiada con photoshop. Por tanto engañosa. Por otro lado,me encanta la reflexión que acercais con el blog. Saludos

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    1. Estimado visitante, como podrás observar en cualquiera de las entradas, procuro citar la fuente de donde saco las fotos, y suelo ser bastante puntilloso a la hora de elegirlas. Pero en este caso veo, gracias a tu aporte, que es muy cierto que está trucada.
      Gracias por la visita y comentario.
      Un saludo-

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