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MONTEFRÍO

LA TRIBU BODI

J.J.D.R.

El valle del río Omo en Etiopía (África oriental) es posiblemente el lugar con mayor diversidad y disparidad de etnias y costumbres de todo el continente africano. En un espacio geográfico reducido, se congregan hasta cincuenta etnias distintas cuya idiosincrasia y cultura milenaria nos muestra todo un mundo de olores y colores, rituales extraños, curiosos desfiles, sangrientas demostraciones de hombría, bailes eléctricos, y un sinfín de imágenes que parecen extraídas de un libro de viajes antiguo, de una época pasada en la que se muestran hombres y mujeres semidesnudos atrapados en un mundo que para ellos nunca mostró signos de cambio y del cual nunca quisieron ni desean hoy día desprenderse.


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La tribu Bodi es uno de estos pueblos de gran singularidad etnológica. Tribu seminómada, pastorean sus rebaños en busca de verdes prados junto a las riberas y senderos que mellan el valle Omo dedicando cánticos a su ganado, a quienes les une una más que estrecha relación, ya que no es raro encontrar a un miembro de la tribu Bodi dedicando diálogos peculiares y sentidas estrofas a su vaca o búfalo. El ganado es, sin lugar a dudas, el sujeto del bienestar social, la moneda de cambio y el elemento diferencial que marca el status social de un individuo dentro de la tribu.
Pero aparte de poseer pocas o muchas cabezas de ganado, para ser bien visto dentro de la sociedad Bodi es esencial estar bien gordo. Sí, poseer la mayor y más oronda barriga demuestra el poder del individuo y su posición social. Estar gordo y mostrar con entusiasmo la tersura apocalíptica de un vientre hinchado se torna un reto para los hombres Bodi  llegado el mes de junio, cuando se celebra el festival que elegirá al individuo con la panza más grande que será  proclamado soberano por un día y como premio tendrá derecho a elegir la esposa que desee.



 Entre tres y seis meses dedican los hombres Bodi a ensanchar sus estómagos a base de una estricta dieta supercalorica- cuya base estará constituida por sangre de res mezclada con leche- hasta que consiguen duplicar o incluso triplicar su peso original.
Llegado el día de la festividad, los diferentes grupos Bodi se juntan y celebran la jornada bailando el gulay (baile típico) mientras comen y beben sholu, brebaje alcohólico que preparan de forma casera, y rinden cánticos al amor, las prósperas cosechas, la alegría de estar vivos y el amor divino y auténtico.
En torno al chamán o Kornorut gira la sociedad Bodi siendo éste el encargado de mostrar el camino espiritual al individuo así como ejercer de juez y parte en los litigios que puedan surgir dentro de la tribu.


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Los hombres que se disputarán el preciado honor de ser soberano y de esta manera poder elegir esposa comienzan a bailar llevados por un frenético ritmo. Resulta grotesco observar cómo sus enormes panzas viajan de un lado a otro del cuerpo como si de bolas de demolición de tratasen a punto de ser estrelladas contra un muro impenetrable. Enormes, obesos cuerpos estirados al máximo, deletrean con sus cuerpos la letra antigua y distinta que narra cual diferente puede ser la visión social que se puede tener del culto al cuerpo.  Para los Bodi ser gordo es sinónimo de poder, de estabilidad, y es la señal que muestra al resto qué individuo posee la capacidad de mantener sobradamente una familia. Ellos son pastores y no guerreros, son nómadas, tan sólo dueños del sol que tersa su piel cada día y no necesitan poseer un cuerpo atlético que les ayude a cazar o guerrear con otras tribus. Aunque, a pesar de no tener cuerpos esculturales, los Bodi no se amedrantan con sus vecinos y en ocasiones los conflictos generados por lindes territoriales o cuestiones derivadas del pastoreo del ganado suelen acabar de forma violenta.


MUJER BODI Foto survival.es

Para elegir al vencedor se establece un jurado que medirá concienzudamente la circunferencia de la barriga de los aspirantes y su peso. Para aquellos atrevidos que hayan osado emplear argucias para aparentar mayor obesidad, como por ejemplo atiborrarse de agua para acabar hinchados, los miembros del jurado, abrirán pequeñas incisiones en el vientre para cerciorarse de que no sale líquido del estómago.
Victorioso el hombre Bodi, muestra el enorme elemento que le ha consumado como soberano por un día, su enorme y prieta barriga, moviéndola incansable como si dentro de su ser hubiera un pequeño monstruo a punto de salir corriendo. El honor es suyo. Ahora elegirá mujer, una joven y bella mujer Bodi que al contrario que los hombres, suelen ser esbeltas y de rasgos delicados.
 La fama le durará un año, justo el tiempo que transcurrirá hasta que de nuevo, enormes barrigas bailen y se contoneen bajo la aspereza de un sol inclemente en el valle Omo.


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Desde hace algunos años y como resultado de las incursiones de médicos cooperantes en la zona, se está tratando de convencer a la etnia Bodi de que cuide la forma en la que se realiza este ritual. Los hombres que engordan de manera tan agresiva están expuestos a graves enfermedades y problemas cardiovasculares que pueden producirles la muerte instantánea. Algunos jóvenes parecen querer atender a lo que la ciencia les dice, y desde hace algunos años, muchos son los que tras someterse al ritual y elegir esposa, dejan a un lado la obesidad y comienzan a cuidarse y ponerse a dieta. Aunque parece que no son bien vistos por el resto de miembros de la tribu.


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Alrededor de 200.000 individuos viven en los territorios del valle Omo según Survival. Tribus como los Erbore, Dorze, Surma, Kwegu, Deasamach, o los populares y temibles Mursi, comparten vecindad territorial con el pueblo Bodi. Un mismo sol para todos, la misma carga pesada que trae la lluvia intermitente y constante, o la misma suavidad de la brisa de un valle tan antiguo como único en el mundo, es compartido por todos, como para el resto de poblaciones de este planeta. Pero en el valle Omo la vida gira a un ritmo dispar, alternativo, diferente. Por algo bajo la fértil y verde llanura del Omo etíope, fueron hallados los que son considerados hasta la fecha los restos más antiguos de homínidos y Homo sapiens.



Posiblemente, a orillas del río Omo fue ensamblado el gen que nos dio la esencia para convertirnos en humanos. Por ello, por las características etnológicas, de biodiversidad y paleontológicas; los territorios que concluyen en la frontera de Sudán y Kenia, y rodean el maravilloso delta del lago Turkana donde muere el río Omo tras recorrer 760 kilómetros, son Patrimonio de la Humanidad desde 1980.
Los Bodi son un magnífico ejemplo de la gran diversidad de costumbres sociales que hay en nuestro mundo. Cada sociedad elige su modo de sentir, su modo de ver la inmediatez de su presente, así como el sendero por el cual desean dejar la huella de sus vivencias y sueños.


Aportes y Datos:
Texto de mi anterior blog Centinela del Sendero











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