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J.J.D.R.
Hay faros solitarios que son
auténticas leyendas marinas. Estos centinelas del mar han sido para los
navegantes a lo largo de la historia y aún lo son en la actualidad, luz de esperanza
y guía en días de mala mar y noches de tempestades. Hay faros de porte elegante,
algunos levantados sobre colinas desde donde dominan el horizonte y son más
visibles. Otros se encuentran en medio de la nada, rodeados de agua y a merced
del clima y los caprichos de la mar. Hay faros antiguos y destartalados cuyas
diáfanas luces parecen que gimotean con sus discontinuos parpadeos antes de
desvanecerse entre las olas y la espuma. Hay faros altos y pequeños, algunos de
llamativos colores o simplemente satinados por el verde y húmedo manto de algas
y ostiones que se adhieren como una segunda piel a sus paredes ajadas por la
bravura del océano. Pero también existen faros legendarios, impenitentes,
guardianes de soledades y tormentas, testigos de tragedias e iluminadores de
leyendas antiguas que hoy día son ubicaciones turísticas muy apreciadas por la
escenografía fotográfica que esgrimen sobre el paisaje.
Faro de Tevennec Foto www.repubblica.net
Un estandarte entre estos faros legendarios es el de Tevennec, situado en el litoral Bretón, región del atlántico de dificultad manifiesta para la navegación debido a su abrupta geografía repleta de arrecifes y acantilados e impregnada por una meteorología rápidamente cambiante y voraz. A esta región marítima cercana a Punta de Raz se la conoce como Finisterre, cuyo paralelismo con el Finisterre español y su costa de la muerte es destacable y evidente. Hasta un total de 84 faros salpican este litoral Bretón, destacando el de Tevennec por su historia repleta de tragedias marinas, que conforma a su alrededor un halo de misterio.
Cuenta la leyenda que durante las
guerras napoleónicas el navío francés Sédui Sant se hundió junto al peñón de
roca que posteriormente sería el lugar donde se ubicaría el faro de Tevennec. Se
dice que durante varias noches los marinos supervivientes, heridos,
desorientados y desesperados, gritaron pidiendo auxilio durante horas, pero la
horrible tempestad se llevo consigo aquellos lamentos. Cuando finalmente se
pudo acceder al montículo de roca un implacable silencio confirmó la tragedia.
Desde entonces, cuentan que en la soledad del día o la noche, se escuchan los
gritos y lamentos de los desafortunados marinos.
La construcción del faro de Tevennec no fue nada fácil pues el mal tiempo y la orografía del lugar entorpecían las tareas de los obreros, que se afanaban en jornadas eternas marcadas por el constante sacudir de olas de hasta 14 metros y soportando constantes rechas de vientos intempestivos. Su construcción, a cargo del arquitecto Pablo Joli comenzó en 1867 y se fue encendida su primera luz en 1875. La región del mar de Iroise desde Punta de Raz hasta isla de Sein comenzaba a ser algo más segura gracias al concierto de estos centinelas del mar. Pero un gran problema comenzó a plantarse sobre la funcionalidad de estos faros, pues en algunos casos, como fue en el caso de Tevennec, su ubicación tan aislada hacía que solo pudiera ser abastecido de víveres durante largos periodos de tiempo y la soledad y el hastío de los días interminables hacían mella en sus ocupantes.
Foto lasprovincias.es
Se llegó a
distinguir la viabilidad de los faros según categorías, conociéndose como faros
paraísos lo que se hallaban en tierra firme, faros purgatorios, aquellos que se
ubicaban en pequeñas islas, y por último los faros infierno aquellos que
directamente estaban en medio de la nada totalmente rodeados de mar. Por lo
tanto este de Tevennec era un faro purgatorio, y así lo confirmaría su propia
historia, pues en las historias de penurias pasadas por los distintos fareros
que vivieron en él, marcó su funcionalidad y posterior leyenda negra.
Henry Porsmoguer fue el primer farero de Tevennec. Nativo de la isla de Seim, tan sólo aguantó en el puesto cinco meses. Un mes menos duró su sustituto Gilcher Hervé Marie, quien tras abandonar el faro comentó que prefería el castigo de pena de cárcel por su abandono de funciones a seguir trabajando en aquel tortuoso aislamiento que rozaba la locura. Y es que el único contacto con el exterior se realizaba cada dos semanas, periodo de tiempo que había que esperar para recibir nuevos suministros. Dadas las circunstancias a las que se enfrentaban los fareros, periodos prolongados de aislamiento y soledad, se permitió que estos fueran acompañados de sus familias. Así, en 1900 la familia Quemeré fue la primera en lograr pasar hasta cinco años viviendo en dicho faro, tiempo que dedicaron a engendrar y ver crecer hasta tres retoños. Les seguirían los Queré y los Ropart, estos últimos se marcharían en 1907. Seguramente quien peor experiencia pasó en aquel faro fue la esposa de uno de los fareros que tras fallecer tuvo que convivir con el cuerpo del difunto durante tres eternos meses hasta que finalmente llegó la ayuda necesaria para poder escapar de aquella horrible experiencia.
Poco después, en concreto en 1910, el
faro se automatizó y desde entonces nadie más vivió allí. Se acabaron los suplicios de los días y las
noches sin luz, sin apenas agua, y con las constantes tormentas asolando la
isla bajo el griterío y los lamentos fantasmales que se decía surgían de las
profundidades del mar.
He de comentar que, en tiempos recientes, un equipo de buzos que trabajaban en la zona, descubrieron sifones y grietas en cavernas ocultas bajo el islote. Es más que probable que el viento y las fuertes corrientes al entrar y salir con fuerza por estas grietas subterráneas, fuesen el instrumento creador de esos gritos y lamentos que dieron pie a la leyenda del faro de Tevennec.
A unos 300 metros de la isla de Quessant, y 20 kilómetros de la costa francesa y también en el denominado Finisterre Bretón, tan incauto como persistente se alza el faro de Jument (La Yegua), vigilante, altivo e imponente, en una zona marítima que sólo en 1896 fue testigo la pérdida de más de 250 personas bajo sus aguas, tras el hundimiento del navío inglés Castillo de Drumwond. Sólo en apenas unas pocas millas a la redonda se encuentran cinco faros como ayuda a la navegación, que simplemente se torna complicada y de gran riesgo por las constantes y fuertes corrientes subterráneas y las continuas mareas altas entre arrecifes rocosos que juegan al escondite entre las enormes olas que los ocultan y envuelven con su enconada fuerza.
La construcción de este faro se inició en 1904, como proyecto iniciado por Charles Eugene Rotson, miembro de la Sociedad Geográfica de París y cuyo coste inicial se contabilizó en 850.000 francos. No fue hasta el 15 de octubre del año 1911 cuando se iluminó por vez primera, pero la estructura se movía y se hubieron de realizar trabajos de anclaje mediante cables al subsuelo para poder estabilizarlo. Las constantes mareas y el atroz latigazo de las enormes olas eran tan constantes, que se temió que tan reciente inversión acabase pronto bajo el mar. Su altura es de 47 metros y su luz alcanza los 39 kilómetros a la redonda. Se logró estabilizar su estructura anclada al mar mediante tres cables de 30 metros de largo en el año 1940, consolidando la estructura. El faro fue automatizado en 1991. Uno de sus últimos fareros fue Theódore Malgorne, quien pasará a la posteridad por haberse topado con un instante prodigioso captado por el objetivo del fotógrafo Jean Guichard.
Faro de la Jument Foto es.advisor.travel
Supongo que ante la lenta pasividad del tiempo dentro de una torreta en medio de la nada, siendo golpeado constantemente por enorme olas que quieren partir en dos mitades lo único que te mantiene a salvo de la furia de la naturaleza, la odiosa monotonía del aburrimiento ha de ser combatida con ingenio, mucha lectura, oficio y altas dosis de paciencia. Aquel día jueves 21 de diciembre de 1989, Theodore Malgorne llevaba días siendo maltratado por una tempestad fuera de lo común, con vientos de fuerza 10 que arrancó la balaustrada y destrozó todos los cristales de las ventanas de la primera planta. Haciendo que muchas de sus pertenencias desaparecieran arrancadas por el viento y la fuerza de las olas. La planta de abajo del faro se había inundado, y aquella situación era ya de clara emergencia. Decidió ascender hasta las plantas superiores cuando el ruido de un helicóptero alertó sus instintos y pensando que venían a rescatarle abrió la puerta del faro para hacerse ver. En aquel instante, en ése preciso momento, el fotógrafo Jean Guichard, que desde el helicóptero realizaba un reportaje de los faros bajo la tempestad, comenzó a disparar su cámara. En una décima de segundo, una enorme ola que cubrió por completo el faro, justo en el instante en el que el farero decidió cerrar la puerta décimas de segundos antes de que el faro fuese engullido por la enorme ola.
Foto destinoinfinito.com
Theodore Malgorne pudo ser rescatado
sin que nada le ocurriese más allá de pasar mucho miedo, a pesar de tratarse de
alguien acostumbrado a convivir a diario con la soledad ante la fuerza del mar
y la meteorología adversa. Nunca pensó que aquel día de diciembre, su silueta
se haría mundialmente famosa, justo en el instante en el que la mar enfurecida
estuvo a punto de llevárselo para siempre.
Theodore Malgorne Foto nitgard.wordpress.com
La instantánea tomada por Jean Guichard está incluida dentro de su afamado libro Faros publicado en 1992, con el que obtuvo varios premios y en concreto con la foto del faro de Yegua un segundo premio en el prestigioso certamen del World Press Photo, y que hoy día es todo un clásico entre las fotografías sobre tempestades y faros marítimos.
Habla el mar un idioma antiguo,
indescriptible, cuyos vocablos son rugidos que cincelan costas y resquebrajan
la tierra. Y aunque audible y ensordecedor por momentos, tan sólo es
comprensible por aquellos que fueron capaces de dormitar entre su íntima
verborrea de sal y espuma a la par que eran azotados por el grito constante que
surfeaba la cúspide de la terrorífica ola segundos antes de romper contra la
piedra herida o dormitar para siempre en el fondo marino. Los mares del mundo se comunican mediante un
lenguaje único, arcaico, como lo es su propia génesis y cronología. Y en
ciertas costas, lugares estos donde mejor se expresa su oratoria por ser donde
fenece su fuerza, elevan su lamento al morir en brazos de la arista de piedra,
del púlpito enmarañado por moluscos y conchas, bajo el dolmen sumergido, o en
brazos del faro impertérrito que se yergue solitario en su camino iluminando su
destino final.
Aportes y Datos:
Las Provincias
https://www.lasprovincias.es/sociedad/201602/22/huesped-faro-maldito-20160221235601-v.html
El Baúl de Josete
https://elbauldejosete.wordpress.com/2008/10/02/el-pulgatorio-de-tevennec/
Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Faro_de_la_Jument
El País
https://elpais.com/elpais/2015/04/06/paco_nadal/1428301800_142830.html
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Comentarios
Una bella muestra de ellos nos traes hoy y algunos con olas espectaculares que dan pánico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Son imágenes que me atraen y acongojan a partes iguales. La grandeza y fuerza de la naturaleza ante la pequeñez del ser humano.
EliminarGracias siempre por acompañarme en este espacio estimado Francisco.
Saludos y cuídate.
Hola Jorge!
ResponderEliminarTodo lo relacionado con el mar me interesa, me ha encantado esta entrada, ¡bravo!
Saludos y buen finde!
A mí también me llama la atención todo lo relacionado con el mar, y la manera de vivir de estos fareros creo que es algo increíble.
EliminarUn abrazo y cuídate.
Excelente Jorge muy bueno el informe. Increible las anecdotas; como la sra conviviendo por meses con el cadaver de su esposo y las familias que vivieron esta terrible experiencia.
ResponderEliminarUn avance importante la automatizacion de estos faros; era un trabajo muy insalubre espero que hayan sido bien indemnizados por esta tarea.
Muy buena esa fotografia;en el momento exacto, merecido premio!!
Le tengo mucho respeto al mar;nunca entro mas de lo permitido y me da mucho miedo su fuerza; me imagino lo terrible que fue para esas personas en un lugar tan reducido y con el mar enfurecido wow.
Un beso Jorge y feliz noviembre!!
Me alegra que te gustase. Mucho me temo que no les pagarían mucho. De hecho, si se marchaban sin cumplir con su contrato antes de tiempo, se arriesgaban a ir a la cárcel...un trabajo terrible sin duda.
EliminarLa mar es tan hermosa como terrible, y todo un mundo enigmático que está por descubrir. Como se suele decir, sabemos más de la luna que del fondo de océanos y mares de la tierra.
Un abrazo y cuídate.
Tambien lo pienso asi el mar es tan hermoso pero para nosotros puede ser muy traidor. Hay que tenerle respeto.
EliminarOtro abrazo Jorge Cuidate!!
en silencio disfruto tu arte
ResponderEliminarEn silencio que sonrojo por tan estimado comentario que a todas luces no merezco.
EliminarAgradecido...un abrazo y cuídate.
No hay nada mas bonito que poner bellas palabras en vez de analizar un escrito, de acuerdo al alma del que te escribe en ese momento .Saludos y gracias por tu comentario
EliminarHola Jorge que entrada mas IMPRESIONANTE, cuanta informacion, una reliquia realmente!! Toda la historia que encierran desde sus construcciones, las personas que han trabajado en ellos, los lugares inhóspitos y expuestos a todo tipo de accidente, la furia del océano ! Tremendo!!! y nos has dejado unas fotografías que iluminan todo este relato , fantástico! Me ha gustado muchísimo! Un abrazo y que tengas una hermosa semana!!
ResponderEliminarEstas historias me parecen realmente increíbles. Aquí en España hubo un tiempo que se puso de moda por famosos y gente poderosa rifarse los mejores enclaves con faros costeros para usarlos en sus vacaciones. A más de uno les hubiera enviado yo al de Tevennec o Jument para que pasaran una buena temporada...jeje
EliminarTe mando un abrazo y cuídate.
El mar representa para mí algo que no podría explicar con palabras; y los faros me encantan, obviamente... aunque debo admitir que en algunos moriría de miedo.
ResponderEliminarUn beso.
Creo que hay algo atávico en estos faros aislados. Son como centinelas mudos que guardan historias dignas de ser contadas.
EliminarUn abrazo amiga y cuídate.
Por favor! sólo de ver esas fotos en medio de semejante oleaje me hace erizar la piel! Tremendo!... y así y todo, el empeño humano logró erigir estos y otros tantos faros, imprescindibles para la navegación!
ResponderEliminarMuy interesante, como siempre.
Un abrazo
Así es amiga, el empeño humano por hacerse notable en cualquier lugar del mundo por dificultoso que sea es algo que va con nuestra especie. Me alegra que te gustase la entrada. Un abrazo y cuídate.
EliminarWow siento facinacion por los faros, me encanto leer estar pagina, pero me gustaria saber si existen fotos o videos del interior de la casa del faro, me gustaria saber tamb con que se construyo ya que lleva mas de 100 años siendo golpeado por el mar y aun es habitable. Saludos desde Cordoba, Arg.
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