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J.J.D.R.
Dejó de llover. Por el roto en una
nube algún tímido rayo de sol se cuela acariciando suavemente el musgo que se
adhiere a las piedras del camino. Tras dejar atrás el aparcadero con su caño y
fuente de piedra, un estrecho sendero que bordea un pequeño río asciende y
penetra en un húmedo bosque cubierto por un manto vegetal llamativamente verde.
Mientras subo por el camino de parda tierra y aterciopelado musgo, sobre mi
espalda, como un paño de fina seda, una cortina de niebla comienza a cubrir el
horizonte ocultando la línea costera. Cuando las primeras piedras antiguas aparecen
ante mí, soy consciente que la fortuna me guarda el privilegio de ser la única
persona en aquel lugar y en aquel momento, y no puedo evitar que me embargue una
extraña sensación de primitiva consciencia, pues estoy a punto de adentrarme en
uno de los castros más bellos e imponentes del terruño galego.
Vista aérea del Castro de Borneiro Foto galiciamaxica.eu |
El silencio es absoluto y me acompaña con su sinfonía de hojas y ramas recién pisadas, arañándome algún que otro escalofrío de esos que suben al descuido por la espalda y hacen que uno mire de reojo hacia todos lados con disimulo. Hay lugares que emanan energía. No sé cómo explicarlo. Simplemente son diferentes. Algo en la ubicación, en el clima que los envuelve, en la tierra que los cubre o en la historia de sus cimientos y cenizas, hacen que ciertos lugares emanen energías telúricas que posiblemente nuestros antiguos ancestros sintieron y quizás por ello, valiéndose de ése vínculo estrecho con Gaia hoy perdido por completo, fundaron sus poblados en estos manantiales energéticos para arrullar sus vidas bajo el influjo del bosque. También es posible que, sabiendo a donde me dirijo, me pueda la sugestión de hallarme cerca de un lugar mítico.
Subiendo hacia el poblado Foto J.J.D.R. |
El sendero en continuo ascenso está
tamizado de hojarasca. Ya advierto los primeros muros, los primeros niveles del
poblado. Camino lento, pues quiero disfrutar de cada paso, de cada rincón y,
entre piedras tan antiguas, enormes caracoles y babosas advierten mi presencia
y a su ritmo tratan de escapar para ocultarse. Ya en lo más alto del castro,
desde una balaustrada de madera que sirve como mirador, por fin puedo contemplar
en todo su conjunto el maravilloso castro de Borneiro, una de las joyas
antiguas que posee esta bella región galega.
Foto J.J.D.R. |
El yacimiento arqueológico del castro de Borneiro, conocido popularmente como “A Cibdá “está ubicado en la parroquia de Borneiro, en el municipio de Cabanas de Bergantiños y perteneciente A Coruña. La cultura castrenxe elegía ubicaciones privilegiadas para sus asentamientos, hallándose estas normalmente a una cierta altura que permitiese controlar el territorio, que tuvieran cerca una fuente de agua potable y que fuese posible su fortificación y defensa. Todos estos requisitos se cumplen con creces en Borneiro. El asentamiento se alza unos 200 metros sobre el nivel de un mar que apenas dista de sus muros unos tres kilómetros. Desde la zona más elevada del castro se vislumbra la desembocadura del Anllón y la ría de Cosme, y muy cerca, tanto que hay que atravesarlo para llegar al castro, serpentea el río Rego do Muiño, que baja pegado a las rocas desde su entrada por el camino dos faros.
Ilustración porsolea.com |
El castro de Borneiro pertenece a la Edad del Hierro, y tuvo el honor de ser el primero de toda Galicia en ser datado por mediación del carbono 14, estudio que determinó que estuvo habitado en el S IV a.C hasta el siglo I a. C. Las investigaciones realizadas sobre el terreno demuestran que el castro se mantuvo intacto en su origen y no fue romanizado, costumbre ésta habitual y que se puede apreciar en otros castros gallegos.
Foto J.J.D.R. |
El castro fue redescubierto en 1924 y
excavado en la década de los años treinta por el arqueólogo pontevedrés
Sebastián González García- Paz. Más tarde investigaría sobre el terreno el catedrático
en prehistoria y natural de Laxe Jorge Juan Eiroa, para concluir en la década
de los ochenta con los ampliados y más específicos estudios llevados a cabo por
Ana Romero Masiá, historiadora, profesora y arqueóloga santiaguesa. En
conjunto, estos hombres y mujeres, son los artífices de que hoy día estos
monumentos de nuestro pasado cobren sentido y podamos acercarnos y tratar de
comprender algo sobre sus costumbres y rituales.
Foto J.J.D.R. |
El perímetro total del yacimiento, el cual está rodeado por tres líneas de muros defensivos, dos puertas monumentales de acceso y un foso, mide 90 por 55 metros, y todo el castro alberga un total de 43 estructuras bien diferenciadas y distribuidas a lo largo de varios niveles. En el primer nivel se encuentra una gran casa ovalada, un horno de fundición y unas estancias donde estaría el balneario o spa, y las fuentes y el desagüe. En esta zona se halló la “pedra formosa” piedra hermosa, monolito de gran tamaño que servía para guardar la entrada a las estancias que hacían la función de sauna o baños, y que tenían la característica de poseer una apertura pequeña para su acceso que impedía a su vez que se escapara el vapor.
Aquí se aprecia la "Pedra Formosa" Foto J.J.D.R. |
Es en estas zonas
comunes de baño o sauna, donde ciertas estancias se cree eran utilizadas para
albergar rituales , bodas y pactos sociales En un segundo nivel se encuentran
dos cuerpos de guardia, dos obradoiros de herrero y una estancia que todo hace
pensar era una gran cuadra. En este segundo nivel se encuentra el recinto
principal o croa con un total de 29 viviendas de piedra que albergarían
familias de dos a cuatro individuos. Estas estructuras circulares aún conservan
en su interior el hogar de tipo caja y las huellas donde se erigía el poste que
soportaba el tejado de paja de la vivienda. Por último, en el espacio
denominado antecastro, había un gran espacio comunal para labores agrícolas.
Foto J.J.D.R. |
Sobre los castrenses se sabe que eran
agricultores y ganaderos. Y que es más que probable que el marisqueo y la pesca
contribuyesen a ampliar su variada dieta y llenar sus despensas. Sabemos que
los hombres vestían con una larga túnica oscura que les llegaba a los pies
llamada gagum. Y en cuanto a las mujeres, se ataviaban con prendas de lana o
lino que fabricaban con telares de madera y gustaban de embellecerse con todo
tipo de adornos florales.
Ilustración porsolea.com |
Mientras camino por entre los muros de
estas viviendas, no puedo por menos que pensar en cómo sería un día cualquiera
en la vida de estos antiguos galegos. Qué pensarían del mundo que les rodeaba.
A qué jugarían los niños, qué harían sus jóvenes, como amarían o cómo discutirían.
A cada paso que doy entre estas piedras, siento que hay algo de ellos que aún
perdura en el entorno. Es una sensación extraña, íntima, algo mística y muy
posiblemente ilusoria, pero me gusta pensar que allí arriba, a solas entre
tantas piedras antiguas, la energía derramada durante siglos por aquellos
antiguos castrenses pervivía en la tierra y quiso acompañarme en aquellas horas
pasadas en el castro de Borneiro.
Foto J.J.D.R. |
Bajo despacio la pendiente y me dirijo hacia el parking. Mi vehículo continúa solitario junto al caño que sale de la fuente de piedra. El castro se abrió ante mí como un tesoro oculto bajo el dosel espeso de verde foresta y, aún creo hoy día, que por momentos sentí la cercanía de sus antiguos moradores acompañando mis pasos.
Siguiendo la estela de esta ruta
mágica y legendaria llegué hasta la parroquia de Borneiro (San Xoán). El
dolmen de Dombate, la catedral del megalitismo, me esperaba. Pero esta es otra
historia. Y pronto… os contaré que sentí ante semejante maravilla.
Aportes y Datos:
Galicia Maxica
https://www.galiciamaxica.eu/galicia/a-coruna/borneiro/
Camino dos faros
https://www.caminodosfaros.com/castro-a-cibda-de-borneiro/
Wikipedia
https://es.wikipedia.org/wiki/Castro_de_Borneiro
Rutas con historia
https://www.rutasconhistoria.es/loc/castro-cida-de-borneiro
Turismo Galicia
https://www.turismo.gal/recurso/-/detalle/19771/castro-de-borneiro?langId=es_ES&tp=11&ctre=68
Íberos, La vida en Iberia durante el primer Milenio antes de Cristo
José R. Pellón
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Comentarios
El hecho de las sorpresas sean la marca de tu blog, ya dice mucho de tu bitácora. Pero hoy has ido más allá, al convertirte en parte de la narración... esa sensación intimista de decirnos lo que sientes a cada paso del recorrido supera a la divulgación técnico-arqueolígica y se convierte en POESÍA
ResponderEliminar---
No quiero retirarme sin decirte que tomaré la segunda foto para ilustrar mi próxima entrada, pero necesito saber cómo la identifico en los créditos ya que solo tuenes unas iniciales
Tu comentario es muy acertado amigo ALí, ya que en esa soledad que me acompaño por estos parajes hizo que la experiencia de visitar este maravilloso castro y su entorno me dejase una profunda huella. En cuanto a la fotografía, no dudes en tomar las que quieras. Si deseas nombrarla lo dejo a tu elección. SI es así se trata de mis iniciales J.J.D.R. de Jorge Donato. Un abrazo y nos leemos.
EliminarMuy buen relato de una experiencia de visita en la que la energía vital de los antiguos habitantes aún se logra percibir entre las milenarias piedras. Un lugar mágico que merece conocerse. Gracias por hacerme sentir parte del recorrido. Un abrazo
ResponderEliminarAsí fue amiga, por momentos no dejé de percibir que no estaba allí sólo., y no fue una sensación negativa, sino todo lo contrario. Quizás fue la sugestión. No sé, el caso es que fue una bonita experiencia.
EliminarUna abrazo.
Me dejas sin palabras
ResponderEliminarcuando veo tus fotos
Me asombras en silencios
del más allá
mis palabras sobran en momentos como este
donde solo quiero mirar tu libertad
Qué precioso comentario estimada Mucha!!! mil gracias por dejar tu huella amiga en este sendero.
EliminarUn abrazo.
Gracias por mostrar tan bello recorrido y trasladarnos a una mágica y épica época de hierro casi versada amigo mío. El relato ha sido fascinante y no le ha faltado detalle. Todos esos temas son fascinantes enganchan y enamoran.
ResponderEliminarUn abrazo y buen mes de julio.
Me alegra que te gustase estimado Juan. Fue un recorrido magnífico que además puede repetir un par de veces, aunque solo en esta ocasión disfruté en soledad.
EliminarUn abrazo.
con esa descripción tan buena y tus bellas fotografías, me parece estar allí ahora.
ResponderEliminarBesos
Pues entonces, estimada amiga, objetico cumplido.
EliminarUn abrazo.
Mi abuelito José era de La Coruña y entre las muchas historias que contaba tengo como vagos ecos de sus visitas o recorridas por ese lugar mítico a la par que místico (casi un parónimo), apenas una letra cambia el significado pero suenan al unísono…
ResponderEliminarTus entradas, Jorge, definitivamente son interesantes, y en particular esta pormenorizada reseña me atrapa por lo que creo recordar mientras te adentras protagonizando el paisaje entre los infinitos tonos del verde, rodeado de una sinfonía de hojas, cavilaciones, ramas, atisbos e intuiciones sobre todo aquello que la historia no termina de contarnos, todo lo que las evidencias y rastros aún no desentrañan por completo…
Abrazo más que grande, amigo.
Tu comentario queda perfecto al hilo de esta narración. Finalmente, los lugares que recorremos y sentimos, son escenarios de historias de abuelos y padres e hijos, que cada cual deja como legado en pedacito de memoria colectiva y popular. Estos senderos galegos son mágicos y de una belleza única.
EliminarUn abrazo.
Bello lugar me gusto conocerlo es como viajar en el tiempo. Te mando un beso
ResponderEliminarGracias por acompañarme en este viaje.
EliminarUn abrazo.
Maravilloso y que bien narras que hasta parece que estoy ahí, un lugar mágico y lleno de historia. Saludos amigo. Bello descubrimiento por medio de tus letras e imágenes.
ResponderEliminarGracias a ti por andar estos senderos de historias y sensaciones mágicas, que forman parte de nuestra historia.
EliminarUn abrazo estimada Sandra.
De todo lo que nos has mostrado, Jorge, lo que más me impactó y me gustó es ese árbol cubierto de musgo. Una belleza de contemplar. Y aquel camino solitario de la segunda foto, me pareció enigmático, por cierto yo no andaría sola por esos caminos tan silenciosos. Gracias por todo lo que nos compartes. Un saludo en la distancia.
ResponderEliminarPasear por esos senderos es algo diferente, algo enigmático. Galicia está llena de estos bosques antiguos donde el musgo parece hablar a los árboles y estos a su vez cantar coplas antiguas al mar, al pasto verde entre neblina y aterciopelada lluvia.
EliminarA veces, algunos lugares son para sentirlos en soledad, pues quizás es cuando la intimidad del propio lugar y Gaia se hacen sentir.
Una abrazo.
Gracias por el arte de tus palabras en mi blog
ResponderEliminarGracias a ti por regalarnos tus letras.
EliminarHoy me has llegado cerca con tu tema. Al ver la foto del de Viladonga, me despisté un poco. Ese está muy cerca de dónde vivo. El de Bornedo no lo visité pero voy a hacerlo este verano.
ResponderEliminarGracias, de nuevo, por acercarnos lugares tan interesantes.
Feliz fin de semana.
Pues ahora, tras ver leer tu comentario, me di cuenta que el pie de foto estaba equivocado. Pues la primera foto pertenece al Castro de Borneiro como quería citar, y no al de Viladonga. También lo visité en otro viaje a Galicia y escribí apuntes de ambos artículos a la vez, de ahí mi error. Gracias a ti me di cuenta. En cuanto al de Viladonga, espero poder pronto realizar la entrada. Y si visitas el castro de Borneiro, ya me contarás que tal la experiencia, a mí me encantó. Un abrazo.
Eliminar¡Chapó!, amigo Jorge, tanto por las imágenes como por la narrativa con aire poético del contenido.
ResponderEliminarUn placer siempre, leerte.
Tomo nota, para una próxima visita a Galicia, a la que voy mucho, ya que tengo una de mis hijas viviendo allí.
Un abrazo.
Pues si llegas a ir veras como la visita en su conjunto con ése entorno mágico no te defrauda.
EliminarUn abrazo y gracias por tus amables palabras.
Que tal Jorge!
ResponderEliminarMe ha encantado y de que manera esta entrada, conozco el lugar, lo visite hace unos años y desde luego lo has descrito de una forma interesante y transmitiendo mucho con tus palabras. Hay uno en particular al que suelo acercarme mucho en el verano, se trata de "Castro Baroña", esta enclavado al lado del mar, hay una playa con una olas magnificas.
Un abrazo y feliz semana!
Qué bueno que lo conozcas, y que te hayas recordado el ambiente que se respira en este sitio. El de Baroña lo tuve a punto pero quedó pendiente. Si pude conocer el de Viladonga en Lugo y y Santa Tecla en Tui, que también son espectaculares. Un abrazo estimado Fran.
EliminarWowwwww cuanta lindura hay en todo
ResponderEliminarlo que nos haz traido mi amigo Jorge,
debe de ser bello conocer todo eso.
Besitos dulces
Siby
Wow... me puedo imaginar la experiencia tan única que lograste vivir. Aun más bajo el ambiente con el que llegaste, parecía que estabas en un mundo de fantasía mítica.
ResponderEliminarCuando visito lugares arqueológicos o edificios antiguos, me pasa lo mismo que a vos, me pongo a pensar e imaginar el como pudo haber sido la vida en esos lugares, que hacían las personas en ellos y que historias dejaron olvidadas en esos sitios. Llenan de mucha curiosidad sitios así.
Saludos y muy buena vibra!
Este casto lo desconocía. Si que visité ya hace muchos años el casto celta del monte Santa Tecla en Pontevedra. Me imagino como vivían nuestros antepasados cada vez que visito lugares que solo quedan las piedras y los restos arqueológicos. Un abrazo.
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