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J.J.D.R.
Aconteció en el año 2001. Las enormes
estancias ajardinadas del Bonsái & Penjing del National Arboretum de Washington
cobijaba un homenaje muy especial. Las espaciosas salas estaban llenas de
bonsáis que lucían sus floraciones y detallados escorzos imitando diferentes
posturas que cualquier especie salvaje adoptaría en la naturaleza. Había
espigados abetos, gruesos y viejos olmos y abedules, enorme secuoyas y
diminutos cerezos que, pese a su pequeño tamaño, mostraban frutos diminutos
plenos de color y brillo. Olía a flores y tierra húmeda y podía sentirse la
paciencia y el cuidado de sus cuidadores en cada hoja de cada rama de cada
pequeño árbol. La sala principal, lugar de descanso del bonsái homenajeado, era
amplia y luminosa y en su centro, sobre un estrado entablado de madera
previamente acordonado por unas gruesas sogas rojas, un gran tiesto rectangular
de cerámica soportaba toda la sustancia y la vida de un ser vivo excepcional.
Los hermanos Shigeru y Akira Yamaki,
seguidos de una pequeña comitiva formada por cuidadores del centro, algún
periodista especializado y miembros destacados del museo, se acercaron hasta encontrarse a pocos metros del árbol. Los dos hermanos contemplaron en silencio
aquel grueso y agrietado tronco con una íntima reverencia en la mirada. Apenas
unos pasos les separaban de la gran maceta sobre la cual estaba depositado el
viejo bonsái, pero en el aire, entre los otros árboles miniatura que posaban
orgullosos sus cuidadas siluetas y el brillo del sustrato que les mantenía
verticales; sobre la tierra y las flores, junto a los frutos y bajo las semillas
de aquella gran estancia, se podía percibir el aura especial que irradiaban sus
ramas fuertes y horizontales las cuales soportaban hermosas y redondeadas copas
verdes como paraguas al viento en una suave tarde de verano. Aquel ser vivo
excepcional respiraba un tiempo que parecía no pertenecerle y anclado a la vida
en su pequeño terruño, mostraba toda su energía y plenitud pese al paso de los
siglos y las muchas vicisitudes vividas. Ambos hermanos se miraron y una tímida
sonrisa acudió a sus rostros. Se inclinaron ante aquel hermoso bonsái mostrando
el mayor de los respetos en una reverencia plena, y fue entonces, sólo
entonces, cuando ante los demás asistentes comenzaron a narrar la historia de
aquel hermoso pino blanco japonés que tenían delante y que ellos sobradamente
conocían de primera mano.
Hermanos Yamaki Foto japonandmore.com
Aquel bonsái, originario de la isla de
Miyajima, había pertenecido a la familia
Yamaki durante muchas generaciones ya que fue plantado alrededor de 1625. El
cultivo del bonsái es más que una tradición para los japoneses, pese a que su
origen es chino y se remonta al 700 a.C. su arte se atribuye a monjes taoístas que
se especializaron en la técnica de miniaturizar especies arbóreas a las que
ellos llaman Painjing. Una vez que los japoneses adoptaron en sus costumbres y
tradiciones este noble y erudito arte, le cambiaron el nombre por el de Bonsái.
Foto ecodiario.eleconomista.com
El viejo pino blanco japonés de apenas
60 centímetros de altura y casi 400 años de edad, muestra el paso de los siglos
a través de las grietas y heridas cicatrizadas de su abultado y rechoncho tronco,
el cual tapiza vistiendo su cuerpo con sedoso y húmedo musgo verde.
No es el bonsái más antiguo que
existe. Tampoco, aunque a mí me parezca de una belleza sublime, es el más
hermoso, ni es el más pequeño. Seguramente sería uno más de los miles que hay
en el mundo y que son dignos de contemplar por el detalle de su poda, sus
raíces aéreas, el diminuto fruto que germina en sus ramas, el escorzo natural
en su tronco o el color y brillo de sus hojas. Pero aquel pino blanco japonés
estaba en aquella estancia por ser un auténtico superviviente, por haber tenido
la desdicha a la par que fortuna de ser testigo mudo de una de las jornadas más
trágicas de la humanidad. Desdicha por sentir entre sus ramas y raíces el
estallido el día 6 de junio de 1945 de la bomba atómica sobre la ciudad
japonesa de Hiroshima, y fortuna por haber sobrevivido y seguir añadiendo
anillos a su tronco vital.
Maestro Masaru Yamaki Foto todobonsai.blogspot.com
Masaru Yamaki, abuelo de los dos
jóvenes, era un maestro y experto en el cultivo del bonsái. En su casa de
Hiroshima, apenas a 3 kilómetros del lugar donde cayó la atómica bomba, tenía
un vivero con numerosos ejemplares de diferentes especies entre los cuales
destacaba por su antigüedad este pino blanco de cuyo cuidado se habían
encargado hasta cinco generaciones de Yamaki. Aquella trágica mañana, la
historia de una ciudad, la de un país y de la humanidad entera, cayó en un vacío inhóspito y terrible. La oscuridad y el silencio tiñeron de espanto aquel
trágico día de 1945. La tierra ardió en Hiroshima y el eco de una sintonía
siniestra de dolor y sinrazón humana recorrió la ciudad japonesa con su aliento
de fuego y muerte dejando su huella infernal en cada losa del pavimento nipón
matando a más de 140.000 personas.
Pero la muerte decidió salvaguardar la
vida de la familia Yamaki y también la de sus bonsáis que, protegidos tras un
muro de piedra, lograron escapar de ser devorados por el fuego y terminar
convertidos en ceniza. Años más tarde, concretamente en 1973 y con motivo del
bicentenario de la independencia de los EE.UU., Masaru Yamaki como miembro de
la Asociación japonesa del Bonsái, decidió donar este ejemplar junto a otras 53
especies más al Bonsái & Peinjing del National Arboretum de Washington sin
realizar una sola mención sobre la increíble historia que guardaba en sus
entrañas aquel pino blanco japonés. Sólo años más tarde, concretamente en 2001
y con objeto del 70 aniversario del lanzamiento de las bombas atómicas,
trascendió la noticia y llegó a oídos de Kathleen Emerson Dell -su actual
cuidadora- al salir a la luz de los archivos históricos del bombardeo una fotografía
en la que aparece el majestuoso pino blanco junto a su maestro Yamaki.
Y del por qué de aquel gesto por parte
del maestro Masaru, del por qué entre los cientos de países que hubieran estado
encantados de tener éste bonsái en su colección decidió cederlo, regalarlo,
desprenderse de una parte de la historia de su familia y de su tierra y
entregarlo precisamente al país que tanto daño les causó; sobre aquel detalle
sin parangón relataron sus nietos a la comitiva del museo, dejando patente que
la intención de su abuelo fue la de sellar con un gesto muy particular y
personal de imperecedera pureza y honor cicatrices que sólo la paz que se
respira al contemplar un ejemplar de bonsái es capaz de curar.
Una vez más los dos hermanos
declinaron sus cuerpos en actitud de respeto y por un segundo sintieron que una
leve brisa penetró en la estancia y las pequeñas hojas de las copas aéreas que
como paraguas cubrían el tronco se mecieron despacio, como si la esencia del
pino blanco en su cautivo arrobo reconociera a los que son de su estirpe.
Aportes y datos:
Mistral Bonsái
https://www.mistralbonsai.com/bonsai-superviviente-hiroshima/
BBC
https://www.bbc.com/mundo/noticias/2015/08/150805_fotos_objetos_sobrevivientes_hiroshima_ch
Semana
https://www.semana.com/vida-moderna/articulo/el-bonsai-que-sobrevivio-al-bombardeo-en-hiroshima/510901/
National Geographic
https://www.nationalgeographic.com/science/article/1508050-japanese-bonsai-survived-hiroshima-bombing
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Comentarios
¡Qué maravilla! De verdad que todo un arte ancestral, pero que requiere tanta disciplina como cualquier otro arte, con razón los japoneses son los más destacados en esto. Gracias hermano por presentarme al bonsai Yamaki.
ResponderEliminarCreo que es un auténtico arte y se necesita de mucha experiencia y talento para que los árboles no sufra y se desarrollen sanos. Un abrazo amigo.
EliminarHermano. Se me olvidaba decirte que voy a ver cómo le doy vuelta a esta historia porque es digna de que esté en un cuento. Ya he escrito uno parecido, así que voy a intentar con ésta.
ResponderEliminarPerfecto...seguro sacas un relato fantástico, como siempre acostumbras.
EliminarUn abrazo.
Es una historia preciosa que, además, desconocía por completo y al leerla he sentido algo muy especial por ese bonsái Yamaki. Una maravilla que debería darse a conocer con mayor profundidad, los niños, aprenderían mucho de esta bonita historia.
ResponderEliminarUn abrazo amigo, felicidades por la publicación y dar a conocer su historia.
Me algra que te gustase, sobre todo viniendo de alguien tan apasionado como tú por la botánica.
EliminarUn abrazo amigo.
Hola Jorge , que bella historia de este bonito árbol
ResponderEliminarcon tanta historia , gracias por compartir esta entrada , me alegro mucho de
leerte de nuevo , ya que esta historia no la conocía.
Como siempre es un placer el pasar a leerte , ya que últimamente ando algo desconectada
del mundo blogueril , espero ponerme al día , te deseo una feliz semana , besos de flor.
Gracias a ti siempre por venir y dejar tu huella amiga.
EliminarCuidate mucho. Un abrazo.
Otra más de tus publicaciones que mantiene enganchado al lector.
ResponderEliminarEl viejo pino blanco japonés, es un ejemplo de resiliencia, es fuerte como Aquiles, imperecedero al tiempo, al frío y a la radiación.
Fue el héroe de una guerra nuclear que acabó con el imperio de Japón, por desgracia, le ha tocado ver muchos horrores, pero en sus entrañas también guarda recuerdos de una vida mejor, jamás olvidará a Masuru Yamaki que lo cuidaba con amor.
Pese a todo, aún se mentiene erguido y la gente sigue admirándolo en el salón principal de esa exposición.
Me ha encantado tu entrada.
Te dejo cariños y el deseo de que tengas una buena semana.
Kasioles
Imagínate querida amiga. Murieron por miles y éste bonsái junto a la familia que los cuidaba sobrevivió. Esto me impactó cuando conocí su historia, pues en aquella ciudad, aquel trágico día, casi nada se mantuvo con vida. Estos árboles en miniatura son algo especial. Yo tuve un ficus durante muchos años. Y te garantizo que su cuidado me trajo de cabeza. Tenía casi 20 años y un buen día comenzó a morirse y se secó por completo. Te aseguro que lo pasé falta, pues me gustaba contemplar su fortaleza en su pequeño cuerpo.
EliminarEs todo un arte su cuidado.
Un abrazo querida amiga.
Preciosa historia.
ResponderEliminarDeben de ser conservados en un buen lugar y dar a conocer su historia.
Eso creo también amiga, hay algunos ejemplares que son maravillosos.
EliminarUn abrazo.
Un precioso relato de una manipulación que personalmente no me gusta, pero no cabe dudas de que es todo un arte.
ResponderEliminarUn abrazo.
Entiendo que no te guste la manipulación que se hace de su crecimiento. Como bien comentas es un arte, y su cuidado y bienestar casi una religión para los maestros cultivadores.
EliminarUn abrazo.
Ek arte de la manipulacion con la naturaleza en la vida
ResponderEliminarEs un maravilloso arte
que me deja sin palabras
Y llena de asombro
felicitaciones por tu entrada
Es arte y es cuidar de un ser vivo en toda sus facetasa como si estuviera en estado salvaje. Hay ejemplos de gran belleza y destreza.
EliminarUn abrazo amiga.
Una ejemplar y bonita historia, bien narrada me afirma en mi convición de que la gente de Japón tienen un especial don para el cultivo de las cosas delicadas y saben trasmitirlo en los gestos como éste que acabo de leer.
ResponderEliminarLos bonsais siempre me han parecido seres diminutos, que no han podido crecer con normalidad, no les han dejado. Son como seres enanos, raquíticos que siendo adultos, no lo parecen. Es por eso que tenga yo un cierto recelo ante ellos pero no dejo de admitir que son bellos y son arte. Me ha gustado mucho esta historia que nos dejas.
Muchas gracias por compartir y por visitar.
Un abrazo
La cultura japonesa siempre me ha llamado poderosamente la atención, y sus gentes y su ética y educación me parecen de elogio. COn sus bonsáis pasa lo mismo, los cuidados que les dispensan son maravillosos y hay ejemplares únicos.
EliminarUn abrazo amiga.
Una bonita historia la de este bonsai. Haber sobrevivido de a nuclear es digno de seguir vivo por los siglos de los siglos. La verdad es que siempre me sorprendes. Hay un rio aquí en Euskadi que emana en unas cuevas muy cerca de donde yo vivo y sin embargo nadie lo conocía. Salió el otro día en ETB2 y me acordé de ti, que seguramente si lo sabrías le harías un post. Va a tu estilo de sacar cosas distintas. Un abrazo.
ResponderEliminarAcabo de buscar el río que mencionas, y supongo que se trata del conocido como río de leche de luna. Ya estoy recopilando información y espero poder escribir algo pronto pues es alucinante.
EliminarMil gracias amiga. Un abrazo.
Bello bonsai , me gusto conocer su historia. Te mando un beso
ResponderEliminarY viejo, y u sobreviviente de nuestra trágica historia.
EliminarUn abrazo.
Una maravilla, preciosa historia de este árbol, digno de admiración.... Me encanto leer amigo. Saludos.
ResponderEliminarMe alegra que te gustase amiga. Un abrazo.
Eliminar¡Cuánto lo siento!
ResponderEliminarHoy quisiera regalarte
un ficus, pero no pequeño,
escogería uno grande
que vigilase tus sueños,
que te arropase en las noches,
que alegrase tus malos momentos
y que te hiciese olvidar
el vacío que ha dejado
aquél ficus tan pequeño.
Cariños.
kasioles
Qué bello amiga. Me siento halagado y feliz con estos versos regalados que florecen como un ficus pero de gran tamaño.
EliminarUn fuerte abrazo.
Preciosos son los árboles Bonsai...No sabía de su antigüedad, Jorge, pero aquí en mi país son carísimos, ¡qué daría yo por tener alguno en mi casa! Gracias por traer este tema con tan hermosas fotos. Un abrazo.
ResponderEliminarMe encantan. Su vigor se ve contenido en un pequeño recipiente, pero de igual manera son capaces de envejecer y dar sus frutos con toda la belleza de su especie.
EliminarUn abrazo.
Que belleza y que magnitud😊 algo tan sencillo como un árbol y tan fuerte y mágico que son .
ResponderEliminarSufrientes Y pacientes regalan lo mejor de sí.
Gracias por tu excelente trabajo😊👏👏👏🍁
Son seres vivos maravillosos, capaces de vivir siglos contemplando el mundo que los rodea.
EliminarMuchas gracias por tus letras y un abrazo.
Hola, Jorge!
ResponderEliminarUma história incrível y maravilhosa también.
Tu explicação foi perfeita. Yo poco sabia sobre a origem do Bonsai.
A familia Yamaki teve um papel importantíssimo en todo isso. Gracias por me dar a conhecer tanta cosa.
Abrazo y bom domingo.
No diré nada porque no me gusta el bonsái. No quiero afectar tu 'publicación', pero som bonitos.
ResponderEliminarSaludos amistosos en libertad.
~~~~
Para nada afectaría a esta publicación tu opinión, la cual será tan válida como cualquiera sea positiva o esté en contra de lo aquí expresado. Eres libre de aportar tu opinión en cualquier sentido. Por eso no te preocupes, y es posible que la técnica del bonsai no las veas con buenos ojos. Es muy respetable.
ResponderEliminarUn abrazo amiga.
Gracias por compartir esta historia :D
ResponderEliminarMe gustan mucho los bonsai, y saber que pueden llegar a vivir muchos años y contener en ellos grandes historias, hace que me gusten aun más XD
Saludos y muy buena vibra!
Un bonsái puede pasar de generación en generación, y trasmitir valores muy concretos con la responsabilidad de su cuidado permanente. En este caso concreto, además, sobrevivió a un acontecimiento tan tremendo que lo hizo muy popular.
EliminarGracias por dejar tu huella en este espacio de historias.
Un abrazo.