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LAS MOMIAS VIVIENTES DE YAMAGATA (SOKUSHINBUTSU)

J.J.D.R.


Sentado frente al mundo, encajonado y bajo tierra, su mente se detuvo justo en la frontera que divide la realidad consciente de la luz que ilumina el subconsciente más abstracto y desconocido. Frente a sí mismo, no sabemos si llegó a reconocerse, pues la luz del infinito percibía con claridad sus pensamientos, pero su cuerpo físico, ése cascaron debilitado y carcomido que tenía delante, ahora solo era una fina capa de piel arrugada y cosida a sus huesos que nada tenía que ver con un cuerpo humano. Se había hecho enterrar con una fina caña de bambú que sostenía en su boca y cuando la luz del universo se abrió ante él con la lucidez de un dios viviente, exhaló por última vez el poco aire que le quedaba en los pulmones y se dejó llevar por la primera brisa de la mañana. Su cuerpo quedó allí, en aquel cajón de madera en la misma posición del loto en la que llevaba años, tan seco y arrugado, que los huesos afloraban entre los pliegues de su manto ritual como exequias de su plegaria infinita.


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Sobre la prefectura de Yamagata se dice que es la gran desconocida de Japón, su región más misteriosa y oculta, una de las más hermosas, mítica y espiritual; ya que en su seno geográfico se hallan la cumbres de tres de sus montañas sagradas, Haguro, Sassan y Yudono, en Dewa Sanzan, ruta de santidad y peregrinación desde tiempos remotos donde arcaicos senderos se pierden entre la espesa bruma y el silencio. Sobre las cumbres y valles de esta región de enorme belleza prosperó alrededor del siglo XII un ritual tan extraño como macabro dentro de la escuela budista Shingom, procedimiento por el cual los pocos monjes que decidían voluntariamente alcanzar la divina luz espiritual, se sometían a un proceso de momificación en vida denominado Sokushinbutsu, cuya traducción explica de forma tácita cual era su objetivo final “alcanzar la Budeidad en vida” o lo que es lo mismo, convertirse en un “Buda viviente”.


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Para lograr su objetivo los monjes se preparaban durante un largo periodo de ayuno y abstinencia hasta alcanzar la delgada línea que separa la vida de la muerte. No se hacían notar. No hablaban sobre ello. Y solían elegir los más recónditos y aislados rincones de valles o colinas para plegarse ante la oración profunda y mimetizarse con la propia naturaleza que les rodeaba, dedicándose al ascetismo más absoluto y a trabajar para el bien de la comunidad como objetivo prioritario, aunque durante su camino de dolor y transición hasta alcanzar el Tushita “Tierra Pura”, el sufrimiento fuese como el aire que entra en los pulmones y se adhiere a cada poro de la fina piel de estos monjes en busca de la redención de la especie humana a cambio del sufrimiento propio más absoluto. Para lograr el culmen final, la luz divina o Nirvana, el cuerpo físico no podía desaparecer, por lo tanto debía transformarse, cambiar, pasar de fase a través de la fe absoluta en la transcendencia divina y el fluir de las almas hasta alcanzar la momificación del cuerpo.


Templo de Yamadera Foto www.tohokuandtokyo.org

Lograr tan enorme sacrificio no era objetivo fácil. Y no todos los que se obstinaron en alcanzar el Sokushinbutsu lo lograron. Los monjes comenzaban con una estricta dieta consistente en semillas y frutos secos, nada de cereales ni granos, que duraba justo mil días. A esta dieta se la conocía como “mokujikigyo” cuya traducción es algo así como la disciplina de comer árboles, ya que ingerían también cortezas de árboles y las espinas de algunos pinos silvestres. Durante este primer periodo multiplicaban sus tareas de ayuda y trabajo en las comunidades realizando como norma general los trabajos más duros, así como el cuidado de enfermos o ancianos. Una vez finalizado el primer periodo, comenzaba otra etapa más dura consistente en pasar otros mil días de ayuno tan solo alimentándose de semillas. El cuerpo comenzaba a desecarse poco a poco. La estricta dieta hacía que la piel se pegase al hueso y la grasa y el agua desapareciera del cuerpo, evitando con ello la reproducción de bacterias que a la postre pudieran causar la putrefacción del cuerpo y con ello poner fin a su objetivo de alcanzar la momificación. Aquellos hombres debían de sufrir toda clase de dolores y continuos espasmos. A su extrema dieta solo sumaban la ingesta de un brebaje preparado con la corteza de un árbol “Urushi” capacitado con toxicidades químicas que provocaban vómitos constantes y que les ayudaba a expulsar líquidos y fluidos del cuerpo favoreciendo la desecación del mismo, y agua salinizada procedente del manantial sagrado del monte Yudono, cuyos niveles de arsénico son casi mortales y que bebían durante cien días. El sufrimiento debía de ser continuo, el dolor insoportable.

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A tres metros bajo tierra habían colocado una cámara de piedra rodeada y rellena de carbón. En aquella cámara era introducida la caja de pino donde el monje vestido con sus mejores galas tradicionales y en la posición de loto se encaminaba a su destino tan sólo acompañado de una pequeña caña de bambú para seguir respirando dentro de la caja y una sencilla y pequeña campanilla.


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Desde ése momento cada día se le preguntaba al monje si seguía con vida. El sonido de la campanilla servía de contestación y así hasta que un día quién preguntaba no obtenía respuesta. En ese momento se abría la cámara y tras quitar al moje su caña de bambú se cerraba de nuevo durante otros mil días. Al concluir este periodo decisivo se abría el féretro para comprobar si el monje había conseguido alcanzar el Nirvana. Si no era así y el cuerpo aparecía en descomposición se sacaba el cuerpo y se volvía a enterrar con todos los honores. Para aquellos que habían logrado momificar su cuerpo en vida, se les  trataba desde entonces como Budas vivientes y eran llevados a un lugar honorífico del templo para poder ser venerados como auténticos dioses benefactores. En la prefectura de Yamagata el éxito de los rituales Sokushinbutsu fue muy elevado y por ello en sus maravillosos templos se pueden visitar y contemplar un buen número de estos monjes momificados.


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Una tradición muy antigua y reverenciada cuenta como el moje Kukai, erudito, poeta, estudioso artista japonés y fundador de la escuela budista Shingon, a pesar de que según las fuentes habría muerto en el año 835; según una biografía hallada en el s. XI no fue así, sino que entró en un estado completo de meditación al que se conoce como nyujo y del que saldrá pasado cinco mil millones de años para guiar a un grupo determinado de elegidos hasta alcanzar el Nirvana. Mientras llega tan preciso momento, mencionado en esta biografía, el cuerpo del afamado y venerado monje se encuentra en un mausoleo conocido como Kobo Daishi Gobyo en el cementerio de Okunoim, justo en la cima y en lo profundo del monte Koya Okoyasan.


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Esta antigua tradición fue descubierta para occidente por un grupo de investigadores en 1960. En el transcurso de un viaje por la región de Yamagata se pidieron los permisos necesarios para realizar algunos estudios sobre varias momias que llamaron la atención de los científicos. Los datos reportados por dichos estudios reflejaron la increíble conservación de los órganos internos de los cuerpos y cómo la momificación de los mismos había comenzado antes de la propia muerte. En 1996 un coleccionista privado adquirió una estatua de un buda sedente cuya antigüedad dataron en más de 1000 años.


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En unos trabajos realizados de restauración se descubrió que en el interior de dicha estatua se hallaba el cuerpo de un monje en posición de loto. Dicha estatua, que hoy de encuentra en el Museo de Historia Natural de Budapest, fue estudiada a fondo por un equipo de radiólogos en 2013, realizándose sobre ella distintos análisis de tomografía computerizada que revelaron tanto la piel como los músculos del difunto estaban en perfecto estado de conservación, no así los órganos internos que habían sido extraídos y remplazados por papel. Se calcula que el fallecimiento ocurrió alrededor del año 1100 d.C y que la identidad del monje podría ser la del maestro budista Liuquan.


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Con la llegada en 1868 de la restauración del emperador Meiji se prohibió tajantemente estos rituales ordenando que se parasen incluso aquellos que ya estaban en proceso. Pero lejos de ser determinante, son varios los monjes que incluso décadas después de este decreto imperial, murieron momificados tal y como les indicaba su arraigada creencia y su poderosa fe.


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Es difícil hacerse una idea de hasta qué punto la fe puede ser combustible inagotable para el ser humano y necesario en ocasiones para llevar a cabo hazañas del orden de lo increíble e inalcanzable. El poder de la mente, la sugestión infinita, el adentrarse en ése universo abstracto y paralelo que no entendemos pero cuya existencia es tan palpable como visible a ojos de aquellos que logran traspasar el umbral de lo racional, es también reflejo de las poderosas facultades que tiene el ser humano para alcanzar determinados objetivos. En estas líneas y de manera resumida, vemos como esa fe exacerbada llevada al extremo más infinito de su condición, fue el combustible utilizado por un reducido número de monjes asiáticos en su particular búsqueda del Nirvana, aunque para llegar a alcanzarlo tuvieran que convertirse en auténticas momias… aún con el corazón palpitando por la vida.

Aportes y datos:

National Geographic (Artículo de Carme Mayans)

https://historia.nationalgeographic.com.es/a/monjes-que-se-automomificaron-vida_13641

Japón Secreto

https://japon-secreto.com/momias-de-japon-vivas-sokushinbutsu-monjes-budismo/

Wikipedia

https://es.wikipedia.org/wiki/Sokushinbutsu



 


 

 

 

 


Comentarios

  1. Sí. Había leído sobre esta práctica que para mí resulta ser una auto flagelación terrible con la que no estoy de acuerdo por principio, sobre todo por que no sobreviene por un ayuno natural al que se va sometiendo al cuerpo, sino que, en el proceso final, el cuerpo es envenenado con esa toxina que va momificando el cuerpo estando en vida, por lo que se trata de un suicidio cruento. En fin, cada uno tiene derecho a su propio destino pero hay cosas con las que no comulgo aunque se hagan con la excusa de elevados propósitos. Al fin de cuentas, lo que buscan es ser "divinizados", conservados como reliquias dignas de adoración. Una actitud bastante soberbia si se lo plantea así. Como siempre muy interesantes y bien documentados tus artículos. Un abrazo
    =)

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    1. Estimada amiga, en parte estoy de acuerdo contigo, me parece un proceso de auto liquidación cruel, y el destino de cada cual está sujeto a la decisión que cada uno libremente pueda ejercer sobre sí mismo sin que en sus actos implique a nadie más. Pero discrepo en cuanto al propósito final, en cuanto a la soberbia que ves implícita en su consecución. Según lo leído sobre el asunto, precisamente estos monjes buscaban el aislamiento completo y en ningún caso deseaban ser objeto de adoración, pues según sus profundas creencias, sólo a través de la humildad se alcanzaba la luz celestial. Que después fueran tratados con adoración y llevados a los templos posiblemente es consecuencia de sus seguidores necesitados de símbolos que fortalezcan sus creencias.
      Un placer leer tus comentarios, son una suma genial que aprecio y estimo mucho.
      Un abrazo

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  2. Hola Jorge!!
    Me sorprende muchisimo soportar tanto dolor, eso demuestra la fe o lo convencido que estaban en realizar ese ritual. Esas dietas eran autoflagelantes, habran conseguido su proposito en su final "la luz divina".
    Muy interesante Jorge y buenas imagenes.
    Saludos!!

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    1. Sólo para llegar a plantearse algo semejante creo que el individuo ha de ser alguien más que comprometido con su fe, diría yo que auto convencido de que su vida solo tiene sentido si el final es éste macabro ritual.
      Un proceso sólo para verdaderos convencidos.
      Muchas gracias por pasear y dejar tu huella amiga en este espacio.
      Un abrazo.

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  3. Es un tema que me queda muy lejos de mis escasos conocimientos, por eso te agradezco este documentado artículo y sus fantásticas imágenes.
    Un abrazo.

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    1. Gracias a ti amigo Francisco por leer y dejar como siempre tu huella amiga.
      Un abrazo.

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  4. Algo había leído sobre el tema pero muchísimos años atrás; es que toda la cultura oriental me parece totalmente fascinante, y que muchas veces, sino todas, a nuestras "cabecitas" estructuradas en la forma más occidental, les cuesta tanto comprender.

    Otra interesantísima entrada, felicitaciones. Un beso.

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    1. Estoy de acuerdo contigo, observar culturas, religiones y sociedades desde la distancia nos lleva a ver ciertas prácticas como situaciones y actos inexplicables. A mi me llaman poderosamente la atención y la curiosidad me puede con estos antiguos rituales.
      Gracias amiga por tu huella amiga, un abrazo.

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  5. Hola jorge La historia registrada en Yamagata me sorprende que los monjes se sometan a tales rituales.
    Tal vez lo hicieron siguiendo al Buda Gautama antes de alcanzar la perfección.

    Gracias por compartir una historia interesante sobre este templo. Saludos amistad de mi parte.

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    1. Son tradiciones muy antiguas, pero su origen aún no está claro. Me alegra que te gustase la historia.
      Un placer tenerte por este espacio, siempre eres bienvenido.
      Un abrazo amigo.

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  6. Es impresionante que el ser humano se sacrifique tanto para morir momificado. La fotografía del templo me ha gustado. La de las momias no tanto. Es una historia sorprendente. Un abrazo.

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    1. El ser humano es capaz de llegar a donde se proponga. Y por medio de la fe, ha sido capaz de las cosas más terribles y también de las más maravillosas, y entre medias, de hasta momificarse para alcanzar el Nirvana.
      Las momias dan bastante repelús, pero no deja de ser el envoltorio demacrado de lo que somos cuando ya no tenemos vida.
      Un abrazo.

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  7. Hola Jorge!
    Interesante como de costumbre el contenido del post. En alguna visita a museos he visto momias y la verdad que me dejan muy mal cuerpo...
    Saludos!

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    1. A mí en cambio, no es que me gusten, pero siempre me llamaron la atención.
      Siempre un placer tenerte por aquí, un abrazo.

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